Ante las leyes de transexualidad aprobadas en España, los Obispos del Sur han publicado unas “orientaciones a tener en cuenta” para dar algunos puntos sobre cómo ayudar a las personas con transexualidad, qué hacer cuando un hijo dice que quiere cambiar de sexo o cuando un niño de catequesis manifiesta que ha cambiado de género y que vendrá vestido del sexo contrario.
Orientaciones ante la transexualidad https://t.co/NgM7ojJ84j
— Odisur (@odisur) 15 de junio de 2018
En estas indicaciones de los Obispos del Sur de España, que incluyen las diócesis de Sevilla, Granada, Almería, Sidonia-Jerez, Cádiz y Ceuta, Canarias, Cartagena, Córdoba, Guadix, Huelva, Jaén, Málaga y Tenerife, se unen a la nota publicada en enero “como cristianos y como responsables de nuestras comunidades” para ayudar a los fieles a reflexionar y “ante los muchos interrogantes que surgen y la preocupación de que no se alcance el fin de buscar la igualdad y el respeto de todas las personas”.
Las indicaciones explican que la transexualidad es un “síndrome que se manifiesta con un permanente conflicto entre el sexo corpóreo y el sexo psíquico”, lo que le produce “un gran sufrimiento por el profundo malestar que le produce su propio cuerpo y por la incomprensión familiar y social”.
Pero advierten que no se debe confundir la transexualidad con los estados intersexuales, la homosexualidad, el travestismo o el pseudotransexualismo.
Recuerdan que “todas las personas, sea cual sea su orientación sexual, merecen respeto y es justo evitar discriminaciones” y apuntan que “las personas transexuales han sido creadas a imagen y semejanza de Dios” y que también “están llamadas en Jesucristo, a una vocación de santidad y amor y a realizar la voluntad de Dios en su vida”.
También muestran que “el 75% de los niños que manifiestan un deseo trans, cuando llegan a la adolescencia éste desaparece”, por eso recomiendan a los padres que al pequeño lo examine “un buen psiquiatra y un buen psicólogo, para descartar lo que podemos llamar pseudo-transexualidad”, es decir, fruto de una llamada de atención.
Además insisten en que los padres son los responsables del consentimiento de sus hijos menores y “tienen derecho a discrepar de la medicina ideologizada”.
Ante la eventual situación de que un niño de catequesis manifieste que ha cambiado de género y que vendrá vestido del sexo contrario, los obispos animan a reunirse con los padres e informarles “de la verdad científica y médica sobre el tratamiento de la disforia de género”.
“Hay que dejar claro que es temerario y arriesgado diagnosticar disforia de género antes de la pubertad y comenzar a tratarlo con procedimientos irreversibles. Igualmente es imposible afirmar una disforia de género que no haya persistido al menos durante dos años y nunca antes de los cinco años”, subrayan.
También recomiendan hablar con los otros padres de catequesis para explicarles la situación y “concienciarles de que estamos ante una persona que sufre y necesita nuestro apoyo. Pedirles que lo expliquen así a sus niños y buscar la mejor integración y respeto posible para las personas que tienen disforia de género”.
Sobre las leyes sobre transexualidad impuestas en algunas comunidades autónomas, como es el caso de Andalucía, los Obispos del Sur advierten que pretende aplicar hormonas al niño desde pequeño, proceder a operar tan pronto como se pueda y desde el primer momento adaptarle al entorno social, cambiándole el nombre y la forma de vestir.
Además esta ley “prohíbe cualquier tratamiento que pueda ayudar al niño a reconocerse en lo que es”, negándole la posibilidad de asistir a “terapias que busquen armonizar el sexo corporal y el psicológico, aún con el consentimiento de la persona y de sus representantes legales”.
También “se prohíbe que al niño se le pueda hacer un examen médico-psicológico riguroso” que determine de forma “objetiva y científica” la existencia real de disforia de género, por lo que se actúa “teniendo en cuenta únicamente la ‘identidad sentida’”.
En las indicaciones también incluyen cómo ayudar a personas con transexualidad, y animan a “tomar conciencia” de que estas personas “necesitan siempre tratamiento médico” y éste no puede ser considerado “de forma ideologizada, sino buscando el nivel de salud física, psíquica y relacional más alto y satisfactorio que sea posible”. “No podemos aceptar una medicina del deseo, que deja de lado la ética médica”, afirman.
También subrayan que “es un gran error dejar que en la infancia se tomen decisiones que van a ser irreversibles”, porque, según afirman, muchos de estos conflictos “se arreglan en la adolescencia”.
“Hay que defender a los niños de la ideología de género. Hay que evitar tratamientos prematuros e irreversibles. E informar correctamente en qué consisten los tratamientos, así como los resultados y las secuelas”, insisten y subrayan que la “reasignación de sexo no cura los trastornos de disforia” porque nunca se consigue cambiar el sexo cromosómico, gonadal y anatómico.
Los obispos subrayan que “los transexuales tienen el derecho de ser respetados, el derecho de su intimidad, y a no ser discriminados” y recuerdan que “existe un particular derecho para el transexual”, como para toda persona, “a ser tratado con los medios lícitos puestos a disposición por la medicina para conseguir el nivel de salud física, psíquica y relacional más alto y satisfactorio que sea posible, en los límites de su condición y en el respeto pleno de la verdad y de la dignidad humana”.
Puede leer de manera íntegra el documento AQUÍ.
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