¿Sabías que puedes sacar un alma del Purgatorio en Pentecostés?

Con el juicio personal al final de la vida terrena, Dios decidirá si una persona es merecedora del cielo o el infierno. En caso el destino eterno sea el cielo, muchas almas deberán purificarse en el Purgatorio, pero puede que ese proceso lleve mucho tiempo.

En la Solemnidad de Pentecostés la Iglesia dispone que todos los católicos pueden ganar una indulgencia plenaria, ya sea para uno mismo o para algún alma del Purgatorio, lo que significaría la entrada directa al cielo en este último caso.

¿Deseas saber cómo ayudar al alma de algún familiar o amigo? ChurchPop presenta los 5 pasos que todo católico puede seguir para lograrlo:

  • Firme intención de no volver a pecar, incluso venialmente.
  • Confesar sacramentalmente todos los pecados.
  • Recibir la Eucaristía.
  • Orar por las intenciones del Papa.
  • Durante la Solemnidad de Pentecostés, rezar o cantar el himno Veni Creator Spiritus.

El Veni Creaor Spiritus

Esta es la melodía:

Letra:

Veni Creator Spiritus,
Mentes tuorum visita,
Imple superna gratia,
Quae tu creasti, pectora.
Qui diceris Paraclitus,
Altissimi donum Dei,
Fons vivus, ignis, caritas,
Et spiritalis unctio.
Tu septiformis munere,
Digitus Paternae dexterae,
Tu rite promissum Patris,
Sermone ditans guttura.
Accende lumen sensibus,
Infunde amorem cordibus,
Infirma nostri corporis,
Virtute firmans perpeti.
Hostem repellas longius,
Pacemque dones protinus;
Ductore sic te praevio,
Vitemus omne noxium.
Per te sciamus da Patrem
Noscamus atque Filium;
Teque utriusque Spiritum
Credamus omni tempore.
Deo Patri sit gloria,
Et Filio, qui a mortuis
Surrexit, ac Paraclito
In saecula saeculorum.

Traducción:

Ven, Espíritu Creador,
visita las almas de tus fíeles
y llena de la divina gracia los corazones,
que Tú mismo creaste.

Tú eres nuestro Consolador,
don de Dios Altísimo,
fuente viva, fuego, caridad
y espiritual unción.

Tú derramas sobre nosotros los siete dones;
Tú, el dedo de la mano de Dios;
Tú, el prometido del Padre;
Tú, que pones en nuestros labios
los tesoros de tu palabra.

Enciende con tu luz nuestros sentidos;
infunde tu amor en nuestros corazones;
y con tu perpetuo auxilio,
fortalece nuestra débil carne.

Aleja de nosotros al enemigo,
danos pronto la paz,
sé Tú mismo nuestro guía,
y puestos bajo tu dirección,
evitaremos todo lo nocivo.

Por Ti conozcamos al Padre,
y también al Hijo;
y que en Ti, Espíritu de entrambos,
creamos en todo tiempo,

También hay una versión en español:

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