En 1430, un año después de entrar al claustro, se le nombró superiora del convento de Santa Ana en Foligno, y después de tres años, fue enviada al convento de Santa Isabel en Aquila. Aquí tuvo como director espiritual a San Juan de Capistrano, quien, junto con San Bernardino de Siena, promovía la llamada “observancia” de San Francisco de Asís.
Antonia sentía la urgencia de una regla más estricta para vivir la pobreza y la caridad. Por ello San Juan Capistrano, con la aprobación del Papa Nicolás V, le cedió el monasterio de Corpus Christi, que otra orden acababa de construir.
Allí la Beata se retiró con once de sus religiosas en 1447 para practicar la regla original de Santa Clara de Asís, en todo su rigor. San Juan de Capistrano le encomendó la dirección del monasterio para que fuera modelo del nuevo espíritu “observante” también en la Segunda Orden, rama femenina franciscana.
Por muchos años fue superiora modelo, reformadora de las costumbres, ejemplo de virtudes y de obediencia. Durante 15 años tuvo que soportar una dolorosa enfermedad, además de una multitud de severas pruebas espirituales.
Falleció a los 71 años el 28 de febrero de 1472. La ciudad de Aquila la veneró como santa desde su muerte y su culto fue confirmado en 1847.
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