La cruz estaba rodeada de zapatos viejos y sandalias que simbolizan la dramática situación de los migrantes que muchas veces mueren tratando de cruzar hacia Estados Unidos.
El Pontífice se inclinó y oró en silencio durante unos minutos y dejó un ramo de flores.
Luego bendijo el lugar y dio la bendición a ambos lados de la frontera, especialmente a los migrantes que ya no pueden volver a México.
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