La Embajada Argentina ante la Santa Sede participa en la misa de Francisco
Con motivo de la fiesta nacional, el Santo Padre saludó tras la misa a todos los funcionarios y trabajadores de la sede diplomática
Roma, 25 de mayo de 2015 (ZENIT.org) H. Sergio Mora | 0 hits
La comunidad argentina residente en Roma festejó la fiesta nacional del 25 de mayo con una serie de eventos. Entre ellos se destaca la atención que tuvo el santo padre Francisco hacia quienes trabajan en la embajada de su país ante la Santa Sede, a quienes invitó a la misa matutina en la capilla de la residencia Santa Marta.
El Embajador Argentino ante la Santa Sede, Eduardo Félix Valdés, le comentó a ZENIT su emoción. “El Papa nos recibió y quiso festejar con nosotros el día de la patria en esta misa en Santa Marta, con todos los que trabajan en la sede diplomática ante la Santa Sede”. Y precisó: “Los 23 estuvimos allí y tenemos un gran capital que es la foto que nos sacamos con el Santo Padre”.
Más tarde, se celebró una eucaristía en la Iglesia Nacional Argentina 'María Addolorata', siempre en la ciudad de Roma. La misa presidida por Mons. Marcelo Sánchez Sorondo, canciller de la Pontificia Academia de las Ciencias, vio entre los concelebrantes al rector del seminario Ángel Hernández, al vicerrector Daniel Forconesi, a Mons. Mariano Fazio, vicario general del Opus Dei, y a Mons. Guillermo Karcher, oficial del ceremonial y protocolo del Vaticano. Estaban también allí diversos diplomáticos latinoamericanos y un numeroso público.
Mons. Sánchez Sorondo recordó en la homilía que “nuestra primera patria está en los cielos” y lo relacionó con el reino temporal. “Y si estos dos reinos no se complementan no funciona”. Habló de las independencias nacionales, si bien matizó que de nada sirve ser soberano “si no se logra dar bienestar al propio pueblo”. No solo la familia y la educación son factores fundamentales, dijo, sino también los pobres y excluidos, por ello la persona humana tiene que ser central en un sistema que en cambio, pone al centro la ganancia. Concluyó indicando que las bienaventuranzas dan una respuesta al problema del hombre que sufre y de la necesidad que los países den nuevas estructuras sociales de acuerdo a las bienaventuranzas. Porque el amor del prójimo es un principio fundamental.
Antes de concluir la ceremonia con el canto del himno nacional y un agasajo, el embajador Valdés dirigió unas palabras en las que se interrogó, ¿qué es la patria? Citó entonces al literato Jorge Luis Borges que decía: “nadie es patria, todos lo somos”. Y amplió la visión recordando que la patria es también el otro, el que no puede estudiar porque trabaja, el que no tiene trabajo, el débil, el que sufre adicciones, quien está en necesidad. Y recordó los problemas de la inmigración, de quienes llegan a Lampedusa, los problemas de la pobreza, las víctimas de la violencia, la paz en Siria, Palestina, Ucrania y los cristianos perseguidos. Por la tarde la otra embajada, ante el gobierno de Italia, ofreció un coktail.
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