Francisco a los Cursillistas: 'Ayuden a quienes les cuesta más vivir su fe'

El Papa recibió a los miembros del Movimiento  de Cursillos de Cristiandad que participaron en la Tercera Ultreya Europea que se celebró el pasado 1 de mayo en Roma

Italia, 05 de mayo de 2015 (ZENIT.org) Redaction | 2 hits

El Movimiento de Cursillos de Cristiandad celebró su Tercera Ultreya Europea en Roma, con motivo del 50 aniversario de la implantación de los Cursillos en Italia. El encuentro contó con dos momentos principales: la audiencia que el papa Francisco concedió a los cursillistas, el pasado día 30 por la tarde en el Aula Pablo VI del Vaticano, y la Ultreya propiamente dicha, que celebraron el 1 de mayo en la basílica de San Pablo Extramuros.

Durante la audiencia con el Santo Padre, el sacerdote y asesor de Cursillos, Manuel Mª Hinojosa, junto con el presidente español del movimiento, Álvaro Martínez, fueron los elegidos para saludar al Pontífice. A continuación, el Papa dio a los asistentes algunas orientaciones a seguir, según informaron este martes en un comunicado remitido a ZENIT.

“Ustedes están llamados a hacer que dé fruto el carisma que el Señor les ha confiado y que está en el origen de los Cursillos de Cristiandad”, señaló Francisco. Para ayudar a otros a crecer en la fe, añadió, “se debe experimentar en primera persona la bondad y la ternura de Dios. De hecho, nosotros somos movidos por el deseo de ofrecer misericordia cuando experimentamos el amor misericordioso del Padre por nosotros mismos”.

El Santo Padre recordó también a los cursillistas que “el Señor quiere encontrarnos, habitar con nosotros,  ser nuestro amigo y hermano, nuestro maestro que nos revela el camino a seguir para llegar a la felicidad. Él no pide nada a cambio, pide sólo recibirlo, porque el amor de Dios es gratuidad, puro don. El encuentro con Cristo y con la misericordia del Padre que Él nos dona, es posible sobre todo en los sacramentos”.

El Pontífice concluyó su exhortación diciendo que “las reuniones de pequeño grupo es importante acompañarlas  con momentos que favorezcan la apertura a una dimensión social y eclesial más grande, involucrando también a los que entran en contacto con su carisma, pero que no suelen participar habitualmente en un grupo. La Iglesia, de hecho, es una 'madre de corazón abierto' que nos invita a veces a 'detener el paso', a 'dejar de lado la ansiedad para mirar a los ojos y escuchar',  a 'renunciar a las urgencias para acompañar al que se quedó al costado del camino' (Exhort. Ap. Evangelii Gaudium, 46). Es bello ayudar a todos, también a aquellos a quienes les cuesta más vivir su propia fe, a permanecer en contacto con esta madre, siempre cercanos a esta gran familia acogedora que es la Iglesia”.

En los dos actos participaron cursillistas de 11 países de Europa, procedentes de Italia, España, Portugal, Austria, Hungría, Croacia, Alemania, República Checa, Irlanda, Inglaterra y Holanda, con delegaciones de sus respectivos Secretariados Nacionales. Además, asistieron cursillistas de las comunidades vietnamita e hispana de París, e incluso algunos participantes que llegaron desde fuera de Europa. El lema general de la reunión del Movimiento de Cursillos de Cristiandad fue “Un encuentro, un camino, una comunidad”.

Esta realidad eclesial nació en Mallorca (España) en la década de los años 40, a instancias de un grupo de presbíteros y seglares, entre los que destacaron el sacerdote Sebastián Gayá y el laico Eduardo Bonnín, que contaron con el respaldo del entonces obispo diocesano, Mons. Juan Hervás. Estos son los tres nombres que aparecen explícitamente citados en los Estatutos del Movimiento aprobados por la Santa Sede, como iniciadores principales de esta obra de apostolado.

Desde que en enero de 1949 se celebró el primer Cursillos de Cristiandad, en el monasterio mallorquín de San Honorato, el Movimiento ha celebrado otras dos Ultreyas Europeas, que tuvieron lugar en Sevilla, en 1993, y Fátima (Portugal), en 2008. Además, ha celebrado cuatro Ultreyas Mundiales: la primera tuvo lugar en Roma, en 1966, con la presencia del papa Pablo VI; la segunda en Tlaxcala (Méjico) en 1970; la tercera también tuvo como escenario Roma, en el año 2000, con la presencia del papa Juan Pablo II, y la última tuvo lugar en Los Ángeles (Estados Unidos), en 2009.

(IDV)