Según señala la agencia vaticana Fides, el Cardenal dijo que el plan propuesto por el presidente Donald Trump es “una señal de odio, de guerra y de opresión”, y supone encender el fuego de la discordia en Tierra Santa, donde nació Jesucristo.
Así lo indicó el Purpurado el pasado 30 de enero durante el rezo del Rosario que se realiza desde el mes de octubre en la sede patriarcal maronita de Berkè para invocar el don de la paz para el Líbano.
El Patriarca invitó a todos a rezar por la Tierra Santa “donde nació el Salvador Jesucristo, donde se reveló la Santísima Trinidad, donde se llevó a cumplimiento el plan de salvación y redención, se estableció la Iglesia y desde donde se anunció el Santo Evangelio a todo el mundo”.
En su opinión, no es posible aceptar que “esta tierra se someta a una tensión semejante por los intereses privados de una persona que ha dejado de lado toda la historia”. En Tierra Santa, agregó el Cardenal, judíos, cristianos y musulmanes conviven “como Dios ha querido”.
“Esta tierra no puede soportar esta decisión política tomada por la Administración o por el Presidente de los Estados Unidos”, resaltó.
El Patriarca concluyó su reflexión pidiendo a Dios que evite los posibles “sufrimientos causados por este proyecto del Presidente estadounidense” y recordó que no puede haber paz cuando prevalecen la injusticia y la arrogancia.
En los últimos días, diversas organizaciones como los Patriarcas y los jefes de las Iglesias de Jerusalén, la Federación Luterana Mundial, la Asamblea de Obispos Católicos ordinarios de Tierra Santa, el Consejo Mundial de Iglesias y la Conferencia de Obispos Católicos de Inglaterra y Gales criticaron el plan de EEUU para Tierra Santa.
El plan de EEUU para Tierra SantaEl 28 de enero el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, anunciaron un plan de paz con el que se propone un camino como parte de la “solución de dos estados”.
La propuesta sería inicialmente para un periodo de cuatro años y establecería las fronteras para un estado palestino teniendo como capital a al-Quds, el nombre árabe para Jerusalén, con algunos sectores del este de la ciudad. Sin embargo, todo el resto de la metrópolis, incluida la Ciudad Antigua, seguiría siendo parte de Israel.
Israel también mantendría alrededor de un tercio de Cisjordania, incluyendo los actuales asentamientos en el Valle del Jordán.
Se detendría por cuatro años la expansión de los asentamientos israelíes en el territorio palestino propuesto, pero no se congelarán los asentamientos dentro del límite futuro propuesto por Israel en Cisjordania.
En su encuentro con Trump en la Casa Blanca, Netanyahu dijo que Israel no esperaría para “aplicar sus leyes” en áreas que estarían bajo su control de acuerdo a los límites propuestos, incluyendo el Valle del Jordán y las comunidades judías en Judea y Samaria.
Por su parte, el presidente de la autoridad de Palestina, Mahmoud Abbas, rechazó el plan y dijo que este “no pasará”.
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