En este domingo en que se celebra la Sagrada Familia de Nazaret, el Arzobispo de Barcelona, Cardenal Juan José Omella, afirmó que pese a las críticas de algunas ideologías sobre la familia tradicional, conformada por un padre y una madre, el hombre aún la anhela en su corazón.
“La familia tradicional quizá sea criticada o cuestionada por algunas ideologías, pero no cabe duda de que sigue siendo y será un anhelo fundamental del corazón humano. Ni la familia ni el Evangelio han dejado ni dejarán nunca de ser importantes, porque el ser humano, hecho a imagen y semejanza de Dios, para ser él mismo, para ser auténtico y feliz, necesita estar él también en familia, como Dios es familia”, dijo el Cardenal Omella este 30 de diciembre en su carta dominical titulada “La familia, escuela de amor”.
El Purpurado resaltó la necesidad de que la sociedad deje de lado “prejuicios ideológicos” y redescubra “el gran valor de la familia como escuela ideal para aprender a ser persona, a ser hijo y hermano, para aprender a amar a los otros y a Dios”.
“Padres y madres, recordad que no estáis solos en esa gran tarea”, resaltó.
El Cardenal Omella reconoció en su carta que, si bien la familia tradicional está “atravesando una crisis muy profunda”, fue “instituida y querida por Dios como escuela de amor, donde aprendemos nuestra condición más esencial, nuestra identidad más profunda: que todos somos hijos y hermanos”.
“Esa verdad se puede aprender de manera especial en familia. Jesús mismo, el Hijo de Dios encarnado, pasó por este aprendizaje. No olvidemos que Dios mismo, en esencia, es familia. Nos referimos a esas eternas relaciones de amor entre Padre, Hijo y Espíritu Santo”, explicó.
Por tal motivo, el Purpurado dijo que aquel Dios “manifestado en Jesús como Amor, quiere que todos los seres humanos entremos a formar parte de esta maravillosa y entrañable familia divina”.
Finalmente, el Cardenal Omella dijo que la familia “es escuela de amor imprescindible” que “nos prepara para después trascender los lazos de sangre y poder ver a toda la humanidad como la gran familia de los hijos de Dios”.
“Queridos hermanos: que María, José y el niño Jesús sean luz para tantas familias que anhelan la paz, el amor y la alegría que irradia el Portal de la Misericordia y de la solidaridad que contemplamos en Belén”, concluyó el Arzobispo de Barcelona.
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