Al presidir el rezo del Ángelus en el segundo día de la Octava de Navidad y fiesta de San Esteban, primer mártir de la Iglesia Católica, el Papa Francisco aseguró que “estamos llamados a aprender de él a perdonar, siempre”.
Cada 26 de diciembre la Iglesia celebra a San Esteban, cuyo martirio es relatado en el capítulo 7 del libro de los Hechos de los Apóstoles: fue apedreado por los judíos tras ser acusado falsamente de blasfemar contra Dios.
El Santo Padre destacó que San Esteban imitó a Jesús hasta el punto del martirio, pues “no maldice a sus perseguidores, sino que reza por ellos: dobló las rodillas y gritó a gran voz: ‘Señor, no los culpes por este pecado’”.
“Estamos llamados a aprender de él a perdonar, a perdonar, siempre -y no es fácil hacerlo, todos los sabemos- el perdón alarga el corazón, genera compartida, dona serenidad y paz”.
El camino del perdón, destacó, es el que estamos llamados a “recorrer en las relaciones interpersonales en familia, en los lugares de escuela y en los lugares de trabajo, en la parroquia y en las diversas comunidades. Siempre abiertas al perdón”, dijo el Santo Padre.
“La lógica del perdón y de la misericordia siempre es vencedora, siempre, y abre horizontes de esperanza. El perdón se cultiva con la oración porque no es fácil perdonar y la oración, que nos permite tener fija la mirada sobre Jesús”, insistió.
San Esteban, señaló el Papa, “fue capaz de perdonar a sus asesinos porque, lleno de Espíritu Santo, fijaba el cielo y tenía los ojos abiertos sobre Dios. De la oración le viene la fuerza de sufrir el martirio”.
El Santo Padre señaló que si bien “podría parecer extraño unir la memoria de San Esteban al nacimiento de Jesús”, esto guarda una profunda relación, pues “el Niño Jesús es el Hijo de Dios hecho hombre, salvará la humanidad muriendo en la Cruz. Ahora lo contemplamos envuelto en pañales en el pesebre; después de su crucifixión estará nuevamente envuelto por vendas y colocado en un sepulcro”.
“La actitud de Esteban que imita fielmente el gesto de Jesús, es una invitación dirigida a cada uno de nosotros a acoger con fe de las manos del Señor aquello que la vida nos reserva de positivo y también de negativo”, subrayó.
“Nuestra existencia está marcada no solo por circunstancias felices, lo sabemos, sino también de momentos de dificultad y de pérdida. Pero la confianza en Dios nos ayuda a acoger los momentos agotadores y a vivirlos como ocasión de crecimiento en la fe y de construcción de nuevas relaciones con los hermanos”.
El Papa precisó que debemos “abandonarnos en las manos del Señor, que sabemos que es un Padre rico de bondad hacia sus hijos”.
Al finalizar su mensaje, el Papa invitó a los fieles a “rezar con insistencia el Espíritu Santo para que derrame sobre nosotros el don de la fortaleza que sana nuestros miedos, nuestras debilidades, nuestras pequeñeces y alarga el corazón para perdonar, perdonar siempre”.
De este modo, el Papa invocó la intercesión de la Virgen y de San Esteban para que “su oración nos ayude a confiar siempre en Dios, especialmente en los momentos difíciles, y nos sostenga en el propósito de ser hombre y mujeres capaces de perdón”.
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