“Vía Crucis” significa en latín “El camino de la Cruz”. Este trayecto está compuesto por 14 estaciones que representan ciertas escenas de la Pasión, correspondientes a un incidente en particular o la forma especial de devoción relacionada con tales representaciones.
El P. Donato Jiménez indicó a ACI Prensa que los primeros cristianos realizaban peregrinaciones a Jerusalén para recorrer los lugares de la Pasión y Muerte de Cristo con los evangelios en la mano. Este camino terminaba en el Monte Calvario.
Explicó que esta práctica es un repaso de “los pasos por donde anduvo Jesús, recordando las escenas del Evangelio y algunas otras tradicionales, como son las caídas y alguna otra del encuentro de María con Jesús, que aunque no están en el Evangelio fueron muy probablemente hechos históricos”.
Antiguamente, el número de estaciones variaba considerablemente en diferentes lugares, pero ahora el Magisterio de la Iglesia Católica prescribe 14:
1. Cristo es condenado a muerte
2. Jesús es cargado con la Cruz
3. Su primera caída
4. Se encuentra con su Santísima Madre
5. Simón de Cirene es obligado a cargar la cruz
6. La Verónica limpia el rostro de Cristo
7. Su segunda caída
8. Su encuentro con las mujeres de Jerusalén
9. Su tercera caída
10. Jesús es despojado de sus vestiduras
11. Su crucifixión
12. Su muerte en la cruz
13. Su cuerpo es bajado de la cruz
14. Es colocado en el sepulcro
“Es una devoción muy rica y muy ventajosa para el cristiano porque le ayuda a representarse en la imaginación y en la memoria los pasos sucesivos de Jesús, sus sufrimientos y sus sentimientos”, comentó el P. Jiménez.
El Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia –elaborado por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos de la Santa Sede y publicado en el año 2002– señaló que el Vía Crucis es “un camino trazado por el Espíritu Santo, fuego divino que ardía en el pecho de Cristo (cfr. Lc 12,49-50) y lo impulsó hasta el Calvario; es un camino amado por la Iglesia, que ha conservado la memoria viva de las palabras y de los acontecimientos de los último días de su Esposo y Señor”.
También precisaron que en este ejercicio de piedad confluyen varias características de la espiritualidad católica: “la comprensión de la vida como camino o peregrinación; como paso, a través del misterio de la Cruz, del exilio terreno a la patria celeste; el deseo de conformarse profundamente con la Pasión de Cristo; las exigencias de la sequela Christi, según la cual el discípulo debe caminar detrás del Maestro, llevando cada día su propia cruz (cfr. Lc 9,23)”.
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