“No tenemos que esperar grandes ocasiones para amar y darnos a nosotros mismos, sino en las pequeños momentos de nuestra vida en comunidad, y especialmente en el servicio a los pobres. Al limpiar, lavar, al dar una sonrisa o una palabra amable”, expresó la sucesora de la Madre Teresa en diálogo con ACI Prensa, días antes de la canonización de la Beata el 4 de septiembre en el Vaticano.
La religiosa aconsejó también que “no tengamos prisa” y “no participemos en una carrera en la que los proyectos y planes nos priven de lo que realmente nos hace humanos, que es amar y ser amado (…). Insistir y trabajar en el amor nos hace más capaces de aceptar lo que Dios nos muestra a través del sufrimiento, por medio de rechazo u otras dificultades”.
Sor Mary Prema conoció a la Madre Teresa en 1980 cuando apenas tenías 20 años, justo después de leer su biografía “Algo Bonito para Dios” de Malcolm Muggeridge. “La vi por primera vez cuando ella tenía 70 años, por lo que ya estaba un poco encorvada, pero sus ojos estaban llenos de vida y en el interior estaba su grandeza”.
Aseguró que el amor incondicional de madre fue lo más destacable de su predecesora: “no fue su apariencia, fue la forma como se relacionó conmigo y con la que se hizo a sí misma útil en la comunidad lo que me hizo conocer a una persona que ama, que me aceptó, que me quiso y fue una madre para mí”.
Al poco tiempo de conocerla, Sor Mary Prema sintió el llamado a unirse a las Misioneras de la Caridad y por ello se trasladó a la India.
"Me impresionó la sencillez de la vida que las hermanas llevaban en Calcuta y yo no podía olvidarlo. Luego, lentamente, conforme mi vida de oración se fue haciendo más rica, sabía que quería dar todo por Jesús”, recordó.
Elegida como Superiora General de las Misioneras de la Caridad el 24 de marzo de 2009, Sor Mary Prema se convirtió en la segunda sucesora de la Madre Teresa tras su fallecimiento en 1997.
Para la Madre Teresa, relata Sor Mary Prema, no sólo había mucho sufrimiento físico en el mundo, sino también un profundo sufrimiento invisible y espiritual que se encuentra "en el pecado y en la adicción a las conductas pecaminosas”.
“El sufrimiento espiritual no solo es un verdadero sufrimiento para aquellos que están en la ceguera del pecado, sino también para aquellos que están sufriendo las consecuencias de esos pecados", añadió la religiosa.
La solución, para la Madre Teresa, era simplemente amar a Jesús y practicar la misericordia. “Ella fue un pequeño lápiz en la mano de Dios. Y tenía un solo deseo, conocer y amar a Jesús, y que sea conocido y amado por todos. Su gran deseo era hacer que la gente se beneficie y sea bendecida por el amor misericordioso de Dios, con el que ella, a través de sus trabajos humildes, presentaba de una forma tangible a las personas”.
Finalmente dijo estar “muy feliz” por haber llegado a Roma a tiempo para ayudar con los preparativos de una serie de celebraciones litúrgicas y actividades para la canonización de Madre Teresa.
“Percibo cada vez más cuán ventajoso es para la Iglesia y especialmente para nuestra congregación que nuestra fundadora sea canonizada. Estamos muy, muy agradecidas a Dios y al Santo Padre por haberle dado este honor”, concluyó.
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— ACI Prensa (@aciprensa) 23 de agosto de 2016
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