VATICANO, 31 Ago. 16 / 04:01 am (ACI).- El Papa Francisco afirmó hoy, en una nueva Audiencia General en la Plaza de San Pedro, que de Jesús viene la salvación para todos los hombres y puede sanar a las personas y dotarlas de dignidad puesto que “es la única fuente de bendición”.
“Jesús, una vez más, con su comportamiento lleno de misericordia, indica a la Iglesia el recorrido que seguir para ir al encuentro de cada persona, para que cada uno pueda ser sanado en el cuerpo y en el espíritu y recuperar la dignidad de hijos de Dios”.
El Santo Padre recuperó la catequesis que la semana pasada no pronunció por decisión propia a causa del terremoto que se produjo en el centro de Italia. El Pontífice decidió entonces rezar el rosario junto a los fieles por las víctimas del sismo.
La catequesis de Francisco estuvo dedicada al pasaje evangélico de la hemorroísa, la mujer que consigue tocar el manto de Jesús mientras este pasa en medio de la multitud.
“¡Cuánta fe tenía esta mujer!”, comenzó diciendo el Papa. “Animada por tanta fe y esperanza y, con un toque de astucia, realiza cuanto tiene en el corazón”.
“El deseo de ser salvada por Jesús es tal que la hace ir más allá de las prescripciones estables de la ley de Moisés. Esta pobre mujer, en efecto, desde hace muchos años no está enferma simplemente, sino que es impura porque sufre hemorragias”, explicó.
Por ello, “estaba excluida de la liturgia, de la vida conyugal, de las relaciones normales con el prójimo”, y “había consultado a muchos médicos, acabando con sus fondos y soportando curas dolorosas, pero solo empeoraba”.
Francisco puso el acento en que “era una mujer descartada por la sociedad”. “Es importante considerar esta condición de ‘descartada’ para entender su estado de ánimo: ella siente que Jesús puede liberarla de la enfermedad y del estado de marginación y de la dignidad en la que desde hace años se encuentra”.
De esta manera el Santo Padre subrayó una vez más la importancia de la mujer. “Todos somos puestos en guardia, también las comunidades cristianas, sobre visiones de la feminidad afectada por prejuicios y la sospecha perjudicial para su dignidad inviolable”.
“Jesús admiró la fe de esta mujer que todos evitaban y ha transformado su esperanza en salvación. No sabemos su nombre, pero las pocas líneas con las que el Evangelio describe su encuentro con Jesús delinean un itinerario de fe capaz de restablecer la verdad y la grandeza de la dignidad de cada persona”.
Así, “en el encuentro con Cristo se abre para todos, hombres y mujeres de todo lugar y de todo tiempo, el camino de la liberación y de salvación”, destacó.
En el momento en el que toca el manto de Jesús, “la ve y su mirada no es de reprobación, sino de misericordia y de ternura”. “Él sabe lo que ha sucedido y busca el encuentro personal con ella, aquello lo que en el fondo la propia mujer deseaba”.
Francisco explicó que esto “significa que Jesús no solo la acoge, sino que la cree digna por tal encuentro al punto de darle el don de su palabra y de su atención”.
El Pontífice subrayó que “en la parte central del relato el término salvación es repetido tres veces” y le da ánimo. “Ese ‘¡coraje, hija!’ expresa toda la misericordia de Dios para esa persona”.
La salvación asume entonces “múltiples connotaciones”: "ante todo restituye a la mujer la salud; después la libera de las discriminaciones sociales y religiosas; realiza la esperanza que ella llevaba en el corazón anulando sus miedos y su desaliento; en definitiva, la restituye a la comunidad liberándola de la necesidad de seguir oculta”.
El Papa afirmó que “aquella que Jesús dona es una salvación total, que reintegra la vida de la mujer en la esfera del amor de Dios y, al mismo tiempo, la restablece en su plena dignidad”.
En resumen, “no es la túnica que la mujer ha tocado lo que le da la salvación, sino la palabra de Jesús, acogida en la fe, capaz de consolarla, sanarla y restablecerla en la relación con Dios y con su pueblo”.
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