27 de julio de 2023 / 5:57 p. m.
San Pedro Poveda se caracterizó por ser un hombre incansable, que puso en marcha una gran cantidad de proyectos educativos y asistenciales allá donde le llevó su ministerio. Entre ellos, diseñó una escuela popular de “golfos”, como se conocía a los niños de la calle en su tiempo.
Cada 28 de julio se celebra la fiesta de su martirio, pues fue asesinado por las turbas de milicianos republicanos anticlericales en España apenas diez días después del estallido de la Guerra Civil española.
Ofrecemos a continuación algunos datos sobre su vida, obra y martirio.
1. Fundó la Institución Teresiana
La gran obra de San Pedro Poveda fue la Institución Teresiana, que debe su nombre a la primera academia de las muchas puestas en marcha. Fundada en Oviedo en 1911 llevaba el nombre de Santa Teresa de Ávila.
En 1917 el Obispo de Jaén, Mons. Rey Lemos, aprueba la obra de las academias como asociación de fieles. Ya en 1924 la institución recibió la aprobación definitiva del Papa Pío XI como Pía Unión. En 1928 la obra del P. Poveda llegó a Chile y en 1934 a Italia. Hoy tienen presencia en treinta países de América, Europa, Asia y África.
La Institución Teresiana es una sociedad de laicos que tiene como misión “llevar a la sociedad la buena nueva de la educación y la cultura” en la que cobraron un papel relevante las mujeres.
2. La Virgen del Carmen, presente en su vida y muerte
El 16 de julio, día de la Virgen del Carmen, fue una fecha importante en la vida del mártir, ya que se firmó la primera aprobación de la obra teresiana en Jaén y puso la primera piedra de las Escuelas del Sagrado Corazón en Guadix (Granada).
Su devoción era permanente. De hecho, el día de su asesinato por odio a la fe, las mujeres que recogieron su cuerpo advirtieron cómo una de las tres balas que le descerrajaron a bocajarro atravesó el escapulario de la Virgen del Carmen que portaba.
3. Acusado de “ser un pez muy gordo”
Su hermano Carlos le acompañó en las primeras horas tras su detención en Madrid. Tras pasar por varios tribunales en los que el sacerdote siempre contestaba “soy ministro del Señor”, fueron separados.
“¡Adiós, Carlos! Dios me quiere fundador y mártir; tú, sálvate. No tengas miedo”, le dijo a su hermano. Y a los que le conducían, siguiendo a Cristo ante el Sanedrín, les manifestó: “Si no me conocéis y nada os he hecho, ¿por qué me detenéis?”, a lo que los milicianos contestaron: “Eres un pez muy gordo, que haces mucho daño a los nuestros. Eres un medio obispo muy peligroso”.
4. Pudo confesarse antes de ser asesinado
Mientras estaba detenido en la sede de la Confederación General de Trabajadores, el P. Poveda se encontró con otro presbítero, el P. Julio Barcia.
Ambos se reconocen y se presentan. El futuro mártir pide Confesión antes de que le sometan al enésimo simulacro de juicio en el que se le acusa de ser “medio obispo”.
Él defiende su obra y señala que está destinada a la defensa de la enseñanza católica.
5. Vivió en una cueva
Siendo un sacerdote casi recién ordenado, y pese a sus muchos encargos pastorales y eclesiásticos, San Pedro Poveda siente una llamada muy fuerte a encontrarse con las gentes que viven en unas cuevas cerca de Guadix, en Granada (España).
Al principio le recibieron medio a pedradas, pero supo ganarse poco a poco a las gentes de aquel lugar hasta el punto de que se hizo un vecino más, viviendo en una cueva. Su labor fue reconocida con el título de hijo adoptivo de Guadix y le pusieron su nombre a una calle principal.
Esta fama despertó recelos entre sus compañeros de ministerio y en el Obispado, por lo que tuvo que partir: “La decisión de irme la tomé después de mucho discernimiento y dando prioridad al bienestar de los demás y al mío propio”, dejó escrito en su diario.
6. Ideó una escuela popular de golfos
Tras su salida forzosa de Guadix, recaló en Linares, provincia de Jaén, donde se quedó a vivir con su familia. La circunstancia provocó que no pudiera ejercer su ministerio con normalidad. A fin de no ser una carga para sus padres, comenzó a dar clases.
Durante ocho meses, sin embargo, no dejó su atención a los necesitados e ideó la fundación de un asilo-escuela para los llamados “golfos”, niños de la calle, que finalmente no se hizo realidad por falta de fondos.
El proyecto tenía como finalidad “recoger, educar, instruir y dar honrado oficio a los jóvenes de diez a veinte años”.
7. En Asturias le apodaron “Don Pedrín”
El P. Poveda llegó a Asturias en 1906 para ocupar una vacante en el santuario de Covadonga, al norte del país, lugar donde se localiza la gesta fundacional de España frente a la invasión musulmana en el siglo VIII.
El carácter de las gentes de Asturias y el andaluz difieren en algunos rasgos esenciales. Sin embargo, el P. Poveda fue haciéndose poco a poco con ello, hasta el punto de que fue recordado siempre como “Don Pedrín”.
A cambio, él se fue haciendo con los acentos y giros del habla asturiana, que llegó incluso a incorporar a sus escritos.
La influencia de la Virgen de Covadonga en la fundación de la Institución Teresiana pervive hoy. Cada año, desde 1934, se realiza un acto de agradecimiento a la Santina, a quien se presentan los frutos de las actividades realizadas.
8. Creó la primera residencia universitaria femenina en España
Una de las grandes preocupaciones pastorales del P. Poveda fue la educación. Y por ello fundó numerosas instituciones allí donde ejerció su labor, ya fuera en Guadix, Linares, Covadonga o Madrid.
Así, impulsó la Institución Católica de Enseñanza y numerosas Academias femeninas, que fueron germen de la Institución Teresiana, Apenas transcurridos 15 años de su fundación, ya contaba con 12 ubicadas por toda España.
Formó parte de la Junta Nacional contra el Analfabetismo y la Federación de Amigos de la Enseñanza. Y puso en marcha la Asociación de Estudiantes Católicas y la Liga Femenina de Orientación y Cultura.
San Pedro Poveda fue el impulsor de la primera residencia universitaria femenina en España ya en 1914.
Su preocupación por la enseñanza de las mujeres fue notable. Cinco años antes de su martirio, escribió:
“El mundo intelectual es el mundo del porvenir y si hace pocos años la mujer estudiante seguía un derrotero seguro, hoy se pone tal empeño en desnaturalizar y descristianizar a las jóvenes, que van siendo frecuentes las deserciones, que va cundiendo la impiedad en las estudiantes y se van deformando moralmente las que por sus estudios, por sus conocimiento, por su cultura, deberían ser modelos en todos los órdenes”.
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