Este domingo, luego del rezo del Ángelus, el Papa Francisco pidió que el ejemplo de los sacerdotes Giuseppe Bernardi y Mario Ghibaudo, asesinados junto con sus fieles por los nazis, suscite en los presbíteros el deseo de ser pastores según el corazón de Jesús.
Ante los 20 mil fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el Pontífice se refirió a la beatificación celebrada hoy en Boves, en la región italiana de Cuneo, por el Cardenal Marcelo Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos.
Oggi solenne #beatificazione dei #SacerdotiDiocesani #GiuseppeBernardi e #MarioGhibaudo. Pur consapevoli dei pericoli che correvano, continuarono ad essere dediti al ministero che mirava a salvare gli altri, donando la propria vita sino agli ultimi istantihttps://t.co/9lbNvcV8vL pic.twitter.com/Dbw2XQDg9V
— Dicastero delle Cause dei Santi (@CauseSanti) October 16, 2022
“En el extremo peligro no abandonaron al pueblo que se les había encomendado, sino que lo asistieron hasta la efusión de la sangre, compartiendo el trágico destino de otros ciudadanos, exterminados por los nazis. Su ejemplo suscite en los sacerdotes el deseo de ser pastores según el corazón de Cristo, siempre junto a la propia gente. ¡Un aplauso a los nuevos beatos!”, exclamó el Papa Francisco.
El P. Giuseppe Bernardi, de 46 años, era en septiembre de 1953 párroco de Boves; y el P. Mario Ghibaudo, de 23 años, era el vicepárroco.
En el sitio web del dicasterio vaticano, se indicó que el martirio de los sacerdotes ocurrió después del armisticio del 8 de septiembre de 1943, que llevó a la capitulación de Italia ante las fuerzas aliadas durante la Segunda Guerra Mundial.
Esto convirtió en enemigos a los nazis que controlaban el centro-norte de Italia. El pueblo de Boves, en el Cuneo, “se encontraba en un punto de concentración de las fuerzas alemanas que intentaban bloquear la fuga de los militares italianos”.
Así, la tragedia de Boves sucedió luego de un choque entre soldados alemanes y la resistencia italiana, que culminó con la muerte de un militar en cada bando y la captura de dos nazis por parte de los partisanos.
Luego de esto llegó el refuerzo alemán al mando del mayor Joseph Peiper, que amenazó con destruir el pueblo si no liberaban a sus soldados y se entregaba el cuerpo del fallecido.
El P. Giuseppe Bernardi y el ciudadano Antonio Vassallo fueron convocados por el oficial nazi como intercesores.
Sin embargo, a pesar de obtener la liberación de sus soldados y el cadáver, el militar alemán ordenó el 19 de septiembre la destrucción de Boves con los pobladores que no habían logrado huir. Entre los 24 muertos estaban el P. Bernardi y Vassallo.
Ese mismo día, el P. Ghibaudo, consciente de lo que sucedería, se dedicó a poner a salvo a los niños del orfanato y a otros pobladores de Boves. Asimismo, alrededor de las 4:30 p.m. se acercó a un hombre herido por las balas nazis y que estaba agonizando.
Mientras estaba administrando la absolución, fue alcanzado por una ráfaga. Aún herido, fue ultimado con una puñalada por un soldado.
En su homilía, el Cardenal Semeraro destacó que fue ese amor por los fieles por el que fueron asesinados el P. Bernardi y el P. Ghibaudo. El primero decidió no huir para salvar a la población y el segundo murió “mientras ejercía el ministerio sacerdotal administrando la absolución a un moribundo”, recordó.
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