Desde este domingo 16 de octubre la Iglesia Católica cuenta con dos nuevos beatos, se trata de los sacerdotes italianos Giuseppe Bernardi y Mario Ghibaudo, quienes decidieron quedarse con sus fieles a pesar de la amenaza nazi y fueron asesinados el 19 de septiembre de 1943.
Oggi solenne #beatificazione dei #SacerdotiDiocesani #GiuseppeBernardi e #MarioGhibaudo. Pur consapevoli dei pericoli che correvano, continuarono ad essere dediti al ministero che mirava a salvare gli altri, donando la propria vita sino agli ultimi istantihttps://t.co/9lbNvcV8vL pic.twitter.com/Dbw2XQDg9V
— Dicastero delle Cause dei Santi (@CauseSanti) October 16, 2022
La beatificación de los mártires fue celebrada por el prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, Cardenal Marcelo Semeraro, en Madonna dei Boschi, en Boves.
En el sitio web del dicasterio vaticano, se indicó que el martirio del P. Bernardi, párroco de Boves; y de su vicepárroco, P. Ghibaudo, ocurrió después del armisticio del 8 de septiembre de 1943, que llevó a la capitulación de Italia ante las fuerzas aliadas durante la Segunda Guerra Mundial.
Esto convirtió en enemigos a los nazis que controlaban el centro-norte de Italia. El pueblo de Boves, en la provincia de Cuneo, “se encontraba en un punto de concentración de las fuerzas alemanas que intentaban bloquear la fuga de los militares italianos”.
Así, la tragedia de Boves sucedió luego de un choque entre soldados alemanes y la resistencia italiana, que culminó con la muerte de un militar en cada bando y la captura de dos nazis por parte de los partisanos.
Luego de esto llegó el refuerzo alemán al mando del mayor Joseph Peiper, que amenazó con destruir el pueblo si no liberaban a sus soldados y se entregaba el cuerpo del fallecido.
El P. Giuseppe Bernardi y el ciudadano Antonio Vassallo fueron convocados por el oficial nazi como intercesores.
Sin embargo, a pesar de obtener la liberación de sus soldados y el cadáver, el militar alemán ordenó el 19 de septiembre la destrucción de Boves con los pobladores que no habían logrado huir. Entre los 24 muertos estaban el P. Bernardi y Vassallo.
Ese mismo día, el P. Ghibaudo, consciente de lo que sucedería, se dedicó a poner a salvo a los niños del orfanato y a otros pobladores de Boves. Asimismo, alrededor de las 4:30 p.m. se acercó a un hombre herido por las balas nazis y que estaba agonizando.
Mientras estaba administrando la absolución, fue alcanzado por una ráfaga. Aún herido, fue ultimado con una puñalada por un soldado.
La homilía del Cardenal Semeraro
En su homilía, el Purpurado recordó el episodio del Antiguo Testamento en que Moisés mantiene las manos en alto mientras las tropas de Josué combaten a los amalecitas. “Un gesto de intercesión a favor del Israel sufriente en la lucha”, afirmó el Cardenal, y que el Catecismo define como la “profecía de la intercesión de Jesús en la cruz”.
En ese sentido, dijo que los nuevos beatos pueden ser asemejados “a los dos brazos de Moisés, alzados para interceder en favor” de la Iglesia en Cuneo, donde sirvieron hasta el martirio; pues la misión del sacerdote es esencialmente ser intercesor.
Así, el Cardenal Semeraro citó el libro del jesuita Pietro Bovati La porta della Parola. Per vivere la misericordia, e indicó que “el sacerdote intercede, no porque es santo, o porque es más digno que los demás, sino porque cree en la fuerza redentora de su Señor a favor de la multitud”.
En sentido, destacó que fue ese amor por los fieles por el que fueron asesinados el P. Bernardi, de 46 años, y el P. Ghibaudo, de 23 años. El primero decidió no huir para salvar a la población y el segundo murió “mientras ejercía el ministerio sacerdotal administrando la absolución a un moribundo”, recordó.
“Nuestros dos beatos han alzado, como Moisés, sus manos hacia el Cielo, intercediendo ante Dios”, afirmó.
Sin embargo, el enviado del Papa Francisco señaló que “la intercesión es labor de todo cristiano”, como es la oración por todos los hombres. Se trata de la “última forma de responsabilidad cristiana hacia el mundo”, afirmó.
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