Ha concluido la fase diocesana de la causa de beatificación del P. Fernando Huidobro Polanco, jesuita que ejerció como capellán de los legionarios durante la Guerra Civil española y que atendió a combatientes de ambos bandos hasta dar la vida.
La fama de santidad del Siervo de Dios Fernando Huidobro se ha mantenido a lo largo de casi un siglo, en especial entre los miembros de la Legión Española, uno de los cuerpos militares de élite con los que cuenta el Ejército Español.
Tan es así, que precisamente, con motivo del centenario en 2020 de la creación de la Legión Española por el General Millán Astray, muchos caballeros y damas legionarios reclamaron al arzobispado castrense que se le diera un impulso a su causa.
Así lo aseguró el Arzobispo Castrense, Mons. Juan Aznarez, en el acto de clausura de la fase diocesana del proceso que ha estado “adormecida durante bastantes años”, puntualizó.
Así, en 2020 comenzaron los trabajos de la comisión histórica y en 2021 se abrió la fase diocesana que ahora se acaba de cerrar.
Al acto, presidido por el Arzobispo de Madrid, Cardenal Carlos Osoro, también acudieron el Obispo Auxiliar de Madrid Juan Antonio Martínez Camino, el provincial de la compañía de Jesús, P. Antonio José España y el postulador general de la Compañía de Jesús, P. Pascual Cebollada.
Modelo de virtud antes y después de la guerra
El P. Huidobro se propone como ejemplo de virtud no sólo por su heroico servicio a los combatientes en las trincheras, sino también por su vida previa a la Guerra Civil española, a la que quiso acudir de manera voluntaria.
Lo hizo, para “atender a sus compatriotas, especialmente donde estuvieran los más necesitados y fuera más difícil, prefiriendo en principio la zona leal al gobierno constituido”, según detalle el Arzobispado Castrense.
Sin embargo, en esa zona fue imposible que acudiera, pues precisamente estaba regida por quienes habían expulsado a los jesuitas de España pocos años antes del estallido de la guerra y desplegaron una persecución antirreligiosa sin precedentes desde los primeros siglos del cristianismo.
Así es cómo el P. Huidobro recaló en septiembre de 1936, a los 33 años de edad, como capellán castrense de en la IV Bandera del Tercio de la Legión “cuyo guión lucía en su anverso el Cristo de Lepanto, precisamente el mismo crucifijo que colgaba del cuello del nuevo páter”, explican desde el Arzobispado Castrense.
El P. Huidobro siempre iba en vanguardia junto a los legionarios y cayó herido varias veces. Pese a todo, atendió “a muchos heridos de ambos bandos, con peligro de su vida, para animarles, consolarles o administrarles los últimos auxilios espirituales”.
Durante un permiso, hizo los votos perpetuos como jesuita el 5 de abril de 1937. Al reincorporarse a su destino como capellán castrense, murió a los pocos días, el 11 de abril, por heridas de obús, mientras atendía a un legionario herido en Madrid.
Los restos mortales del Siervo de Dios Fernando Huidobro se guardan en la Iglesia de San Francisco de Borja regida por la Compañía de Jesús en Madrid desde 1958.
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