Coronavirus: Arzobispo publica decálogo para tratar el “Dilema de la última cama”

Dilema de la última cama” es el nombre del decálogo que elaboró el Arzobispo de Concepción (Chile), Fernando Chomali, para orientar desde una mirada eclesial la responsabilidad ética sobre el cuidado personal y comunitario durante la pandemia.

El aumento progresivo de los contagios por COVID-19, que hoy alcanza los 86.943 casos, ha ocupado el 86% de la capacidad de camas a nivel nacional y un 95% de capacidad en la capital, según cifras del ministerio de Salud.

En ese sentido el “dilema de la última cama” es un debate que surge ante el posible colapso del sistema sanitario debido a la escasez de camas con ventiladores mecánicos para tratar a los enfermos por COVID-19. Por el momento hay 1.912 ventiladores para 1.202 pacientes hospitalizados en cuidados intensivos.

A lo anterior se suma la falta de insumos médicos, del personal sanitario y el colapso de las urgencias, denunciado por profesionales médicos de la salud pública y medios locales.

En conversación con ACI Prensa, Mons. Chomali explicó que el decálogo está basado en los documentos de la Iglesia Católica y se dirige a un amplio público.

Tiene la intención de ser “un recordatorio que se debe en justicia” al personal sanitario. Además, es un “deber ético de cuidarse y cuidar a los demás” porque “mientras más cuidado personal y comunitario tengamos, menos situaciones difíciles” habrá, aseguró. 

En el decálogo Mons. Chomali recordó que dada “la dignidad del ser humano, toda persona enferma” “tiene el deber de solicitar ayuda médica y el derecho a ser atendido adecuadamente”.

En ese sentido y dada la precariedad del sistema de salud público, es “éticamente inaceptable que los medios utilizados dependan de la situación financiera del paciente o su familia”.

“Sobre los servicios de salud privados grava una hipoteca social y por ello el rol subsidiario del Estado es fundamental”, demandó Mons. Chomali.

De otro lado, el personal de salud que cuida y trabaja cerca de personas enfermas por coronavirus también “tienen el derecho y el deber de cuidarse y ser cuidados, por lo que en justicia se les debe proveer toda la asistencia material, humana, sicológica y espiritual que requieran para realizar sus labores con la mayor seguridad posible”.

El máster en Bioética por la Universidad Lateranense explicó que “cada caso es único e irrepetible”, por lo que la “opinión de los comités de ética de los centros hospitalarios puede ser de gran ayuda a la hora de tomar decisiones terapéuticas”.

Si bien es el médico tratante quien procurará “la cura más conveniente” con “ciencia y en conciencia” sobre la base del “tipo de terapia, el grado de dificultad, el riesgo que comporta, las posibilidades de aplicación, las condiciones del enfermo, y sus fuerzas físicas y morales”, describió.

En esa evaluación, se debe determinar “si el empleo de instrumentos y personal es desproporcionado a los resultados previsibles y si las técnicas empleadas imponen al paciente sufrimientos y molestias mayores que los beneficios que se pueden obtener de los mismos”.

“Desde el punto de vista ético, habida consideración del parecer del paciente, es legítimo renunciar a ciertas intervenciones médicas que no parecen adecuadas a la situación del enfermo”, aseguró Mons. Chomali

En conversación con ACI Prensa, el Arzobispo explicó que “podría pasar que al paciente se le entreguen muchos servicios médicos que dada su enfermedad o situación no son necesarios”; término que en doctrina católica se llama “ensañamiento terapéutico”.

“El médico siempre tratará de salvar una vida, pero no está obligado a lo imposible. La doctrina de la Iglesia Católica dice que todo paciente tiene derecho a medios ordinarios y medios proporcionales a su estado de salud”, precisó.

En ese sentido y continuando con el decálogo, Mons. Chomali describió que es “lícito no recurrir, siempre y en todas las circunstancias, a toda clase de remedios posibles, dado que ello podría únicamente provocar una prolongación precaria de la existencia”, por ello “se ha de procurar siempre que los medios empleados sean útiles y eficaces”.

En cambio, si la enfermedad conduce “inevitablemente” a la muerte, “el paciente tiene derecho a morir con dignidad, lo que implica: cuidados paliativos para hacerle más soportable la fase final de la enfermedad; asegurarle una adecuada asistencia humana y espiritual; estar acompañado por un familiar para vivir la dolorosa -pero sanadora- experiencia de la despedida”.

Mons. Chomali opinó que “es importante dejar actuar a los equipos médicos y apoyarlos” y otorgarles “confianza, colaboración y apoyo por parte de la ciudadanía”. Lo mismo debe suceder para quienes “promueven las políticas públicas” que “hacen el mejor esfuerzo dentro de las limitaciones que impone” la pandemia.

El integrante de la Comisión Nacional de Bioética de la CECh recordó que “cada vez que no se cumplen con las normas sanitarias” más personas llegan a los servicios de cuidados intensivos y “menos posibilidades” tienen de un ventilador mecánico “si llegasen a requerirlo”.

“Mientras más responsables seamos todos, disminuirán los contagios, por lo tanto los enfermos y los fallecidos. Además, es un acto de justicia hacia aquellos que exponen sus vidas en los hospitales y clínicas para sanar, curar, aliviar y consolar a quienes están hospitalizados”, concluyó.

Conozca el decálogo AQUÍ

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