VATICANO, 19 Oct. 16 / 04:04 am (ACI).- La catequesis del Papa Francisco este miércoles durante la Audiencia General llevó por título “Dar de comer a los hambrientos. Dar de beber a los sedientos”. El Pontífice explicó que se trata de una de las obras de misericordia más importantes que acerca además al Evangelio.
El Obispo de Roma comenzó denunciando que “una de las consecuencias del considerado ‘bienestar’ es la de conducir a la persona a cerrarse sobre sí mismo, haciéndolo insensible a las exigencias de los otros”. “Se hace lo que sea para eludirlas presentando modelos de vida efímeros, que desaparecen después de algunos años, como si nuestra vida fuese una moda a seguir y que hay que cambiar con cada estación”, señaló.
Francisco negó que esto sea así y explicó que “la realidad es acogida y afrontada por aquello que es, y a menudo nos hace encontrar situaciones de necesidad urgente”.
“Cuántas veces los medios de comunicación nos informan de pueblos que sufren la falta de alimento y de agua, con graves consecuencias especialmente para los niños”, reflexionó.
El Papa recordó que gracias a las imágenes que se ven a través de los medios se inician campañas de solidaridad para ayudar. “Las donaciones se hacen generosas y de este modo se puede contribuir a aliviar el sufrimiento de muchos” y aunque destacó que esta forma de ayuda es importante, añadió que “no nos involucra directamente”.
Sin embargo, “cuando andamos por la calle y nos encontramos con alguien que tiene necesidad, o un pobre llama a la puerta de nuestra casa, es muy diferente, porque no estamos más delante de una imagen, sino que somos involucrados en primera persona”.
“No hay distancia alguna entre yo y él o él y yo, y me siento interpelado”, añadió. En este caso, “¿cuál es mi reacción?”, preguntó. “¿Evito mirarle y voy a otra cosa? O me paro a hablar y me intereso sobre su estado?”. “¿Veo si puedo acoger de alguna manera a esa persona o busco librarme de ella lo antes posible?” Quizás ella solo pida lo necesario: algo de comer y beber”, detalló.
El Papa pidió pensar cómo en el Padre Nuestro se pide que Dios “nos de el pan de cada día”. “La experiencia del hambre es dura”, manifestó afirmando también que esta realidad “convive junto a la abundancia y los residuos”.
Después de recordar que la fe sin frutos está muerta, el Santo Padre dijo que siempre hay alguno que tiene necesidad, que “necesita de mí, de mi ayuda, de mi palabra, de mi compromiso”.
También recordó el relato evangélico de la multiplicación de los panes y los peces y dijo que “nos dice que si lo poco que tenemos se lo confiamos a las manos de Jesús y lo compartimos con fe, se convierte en una riqueza sobre abundante”.
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