El Papa Francisco envió un videomensaje a los participantes de la Asamblea Plenaria del Pontificio Consejo para la Cultura que se está celebrando bajo el lema “Hacia un humanismo necesario”.
En el videomensaje, el Papa Francisco dijo que la celebración de la asamblea plenaria de forma online es “un signo de los tiempos que estamos viviendo: en el universo digital todo se convierte en increíblemente cercano, pero sin el calor de la presencia”.
El Papa explicó que “la pandemia ha puesto en crisis tantas certezas sobre las que se basa nuestro modelo social y económico, revelando las fragilidades”; pero también ha respondido con fuerza “a los interrogantes fundamentales de la existencia: la pregunta sobre Dios, y sobre el ser humano”.
Además, aseguró que “en este momento de la historia necesitamos no solo nuevos programas económicos o nuevas recetas contra el virus, sino sobre todo una nueva perspectiva humanística, basada sobre la Revelación bíblica, enriquecida con la herencia de la tradición clásica y de la reflexión sobre la persona presente en las distintas culturas”.
Recordó el discurso de San Pablo VI al término del Concilio Vaticano II, en el que “invitó a la humanidad cerrada a la trascendencia a reconocer nuestro nuevo humanismo”.
Actualmente la “fluidez de la visión cultural contemporánea” ha hecho fracasar las convergencias que compartían en épocas anteriores el humanismo secular y el humanismo cristiano.
“Sin embargo, la constitución conciliar Gaudium et spes aún se mantiene actual al respecto. Nos recuerda, de hecho, que la Iglesia todavía tiene mucho que dar al mundo y nos exige reconocer y evaluar, con confianza y coraje, los logros intelectuales, espirituales y materiales que han surgido desde entonces en varios sectores del conocimiento humano”, afirmó el Papa en el videomensaje.
Por eso, subrayó que “hoy, una revolución está en marcha, sí, una revolución, que toca los nudos esenciales de la existencia humana y requiere un esfuerzo creativo de pensamiento y acción. De ambos. Están cambiando estructuralmente las formas de entender la generación, el nacimiento y la muerte”.
El Papa advirtió que “se cuestiona la especificidad del ser humano en el conjunto de la creación, su singularidad frente a otros animales e incluso su relación con las máquinas”.
Ante ello, animó a “no limitarnos siempre a la negación y la crítica. Más bien se nos pide que repensemos la presencia del ser humano en el mundo a la luz de la tradición humanista: como servidor de la vida y no como dueño suyo, como constructor del bien común con los valores de la solidaridad y la compasión”.
“Junto a la pregunta sobre Dios, que sigue siendo fundamental para la propia existencia humana, como recordaba a menudo Benedicto XVI, se plantea hoy una cuestión decisiva sobre el propio ser humano y su identidad”, afirmó.
“¿Qué significa hoy ser hombre y mujer como personas complementarias llamadas a relacionarse? ¿Qué significan las palabras ‘paternidad’ y ‘maternidad’? Y además, ¿cuál es la condición específica del ser humano, que lo hace único e irrepetible frente a las máquinas e incluso a otras especies animales? ¿Cuál es su vocación trascendente? ¿De dónde viene su llamada a construir relaciones sociales con los demás?”, preguntó el Papa Francisco.
El Papa destacó que “la Sagrada Escritura nos brinda las coordenadas esenciales para perfilar una antropología del ser humano en su relación con Dios, en la complejidad de las relaciones entre el hombre y la mujer, y en la conexión con el tiempo y el espacio en que vive”.
“El humanismo de origen bíblico, en fecundo diálogo con los valores del pensamiento clásico griego y latino, ha dado lugar a una elevada visión del ser humano, de su origen y destino último, y de su forma de vivir en esta tierra. Esta fusión entre la sabiduría antigua y la bíblica sigue siendo un paradigma fecundo”, afirmó.
Además animó a que el humanismo bíblico y clásico se abra “sabiamente para acoger en una nueva síntesis creativa, también las aportaciones de la tradición humanista contemporánea y de otras culturas”.
El Pontífice se refirió a las culturas asiáticas que buscan “la armonía interior y la armonía con la creación. O en la solidaridad de las culturas africanas, para superar el excesivo individualismo típico de la cultura occidental”, así como “la antropología de los pueblos latinoamericanos, con su vivo sentido de la familia y la fiesta” o “las culturas de los pueblos indígenas de todo el planeta”.
“En estas diferentes culturas existen formas de un humanismo que, integrado en el humanismo europeo heredado de la civilización grecorromana y transformado por la visión cristiana, es hoy el mejor medio para hacer frente a las inquietantes preguntas sobre el futuro de la humanidad”, aseguró.
“Hoy más que nunca el mundo necesita redescubrir el sentido y el valor del ser humano en relación con los desafíos que afronta”, afirmó.
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