Diócesis en Puerto Rico lanzan protocolo ante reapertura de templos y servicios eclesiales

Cuatro Diócesis en Puerto Rico lanzaron un protocolo para el regreso de las celebraciones públicas, ante la próxima reapertura escalonada de los servicios religiosos decretada en la isla desde el 26 de mayo.

Debido a que el Gobierno del Estado Libre Asociado de Puerto Rico y su Departamento de Salud anunciaron “la reapertura escalonada de los servicios religiosos presenciales” por la caída del pico de contagios de coronavirus en el territorio, la Arquidiócesis de San Juan y las Diócesis de Ponce, Caguas y Fajardo-Humacao establecieron un protocolo que entrará en vigor el 26 de mayo.

El “Protocolo para el Regreso a las celebraciones con el pueblo en medio de la pandemia del SARS-CoV-2” busca “organizar la atención espiritual de los fieles (…) a la vez que velamos por la vida y salud de todos”, y será seguido “por todas las dependencias de las Iglesias particulares” durante la pandemia. Además, es “primordialmente litúrgico” y cuenta con una Fase preparatoria y la Fase I.

Según el protocolo, “se mantiene la dispensa del precepto dominical (…) pascual y la confesión anual”. Además, se indicó que no deben asistir fieles con síntomas mínimos como fiebre o catarro o que han estado en contacto con personas con algún virus, y se invitó “a las personas mayores, enfermas, inmuno-comprometidos o en situación de riesgo” a ponderar su asistencia.

Asimismo, se indicó que los sacerdotes enfermos o con síntomas no realizarán celebraciones litúrgicas y que antes de la apertura de los templos, los presbíteros se harán la prueba de descarte y repetirán esta medida mensualmente.

También se exhortó a los feligreses a limpiar sus manos y usar mascarillas antes de entrar a las iglesias, no besar el sagrario ni las imágenes de los santos y respetar el distanciamiento físico en los estacionamientos para que al ingresar o salir se pueda cuidar el distanciamiento social establecido.

En relación con la infraestructura, se indicó que los templos cumplirán las medidas de salubridad, entre ellas, contarán con dispensadores de desinfectantes, las pilas de agua bendita continuarán vacías o se removerán hasta nuevo aviso, las puertas de las iglesias se mantendrán abiertas para evitar que los feligreses toque las manillas.

Además, se informó que el consejo pastoral parroquial apoyará al párroco o administrador parroquial y se aconsejó contar con “un ministerio de ujieres o acogida o un grupo de voluntarios” que se encargue de la apertura de puertas, ubicar a los fieles en el templo, garantizar el distanciamiento en la fila para la Comunión, entre otras acciones.

Durante la Fase Preparatoria, se informará y educará sobre la preparación adecuada de los templos, capillas y otros espacios para recibir a los fieles y durará de 1 a 3 semanas o lo que necesite cada parroquia.

Dentro de las medidas, se realizará la limpieza de las áreas sucias de los templos y su posterior desinfección rigurosa; se eliminarán los equipos de protección personal (EPP) desechables en un contenedor designado para ello; se identificarán las superficies tocadas con regularidad como pasamanos, perillas, asientos, espaldares, micrófonos, entre otros, para su posterior desinfección.

También, se realizará con regularidad un mantenimiento riguroso a los acondicionadores de aire para su óptimo funcionamiento, y se educará al equipo que se encarga de limpieza sobre los procedimientos correctos para limpiar durante la pandemia y sobre el uso adecuado de desinfectantes y EPP.

En esta fase, los párrocos o administradores parroquiales determinarán qué lugares de culto podrán abrir una vez estén desinfectados y deberán ubicar letreros con las disposiciones antes mencionadas. Los templos que no reúnan las condiciones, podrán optar, cuidando la dignidad de la Santa Misa, por celebrar “al aire libre” o coordinar con una parroquia vecina para usar sus instalaciones.

Ante la inconveniencia de tener una celebración con fieles dentro o fuera del templo, después de una breve y adecuada catequesis y preparación, se considera la distribución de la Comunión afuera del templo y se exhorta a establecer criterios precisos para mantener la máxima reverencia al Santísimo Sacramento.

Una vez completada la primera fase, se continuará con la Fase I que implica realizar celebraciones litúrgicas con la presencia de fieles.

En esta fase, la capacidad máxima de asistentes será del 25% del templo y en caso se cuente con una capilla o salón cercano al templo mayor, se podrá ubicar allí al resto de fieles. Los párrocos y administradores parroquiales indicarán quiénes podrán asistir a las celebraciones por día u hora, según sectores, apellidos, ministerios, etc., y podrán añadir misas en respeto del toque de queda.

También, por el momento se eliminarán las moniciones en la Misa; los fieles se sentarán dejando entre sí 6 pies de distancia a vuelta redonda, a menos que sean del mismo núcleo familiar; los coros no excederán las tres personas; y no se repartirán boletines, cantorales, ni otro material similar, etc.

En relación con la liturgia, se autoriza a los sacerdotes, si lo consideran prudente, concerder la absolución general en las primeras Misas; solo habrá un lector por Misa; el cáliz, la patena y los copones estarán tapados durante toda la plegaria eucarística; se omitirá el rito de la paz; no habrá procesión para presentar los dones ni colecta y se exhortará a enviarlas electrónicamente o si no es posible, se podrá depositar el donativo en una canasta o alcancía, etc.

En relación con la Comunión, el diálogo individual para recibirla se pronunciará de forma colectiva antes de su distribución, y antes de recibir el Cuerpo de Cristo en la mano previamente desinfectada por los fieles, se podrá realizar una genuflexión o reverencia con la cabeza o el cuerpo.

En relación al sacramento de la Reconciliación, se podrá realizar individualmente cuando las circunstancias lo permitan. Para ello, se tendrá que adecuar los confesionarios para que exista circulación de aire hacia el exterior y se indica proteger la rejilla con algún panel de acrílico que permita oír y que proteja la salud del confesor y el penitente.

El protocolo indica que se podrá realizar el Bautismo y la Unción de los enfermos en peligro de muerte, observándose el “Manual para Prevención de la Vicaría de pastoral de la salud” y que los funerales se podrán celebrar según las normas dadas por la CEP y el Gobierno. Posteriormente, se darán indicaciones para el resto de sacramentos, actos de culto, misas feriales y asambleas.

En el comunicado se señaló que en estos momentos duros se pudo “revalorar la vida familiar como Iglesia doméstica, desde cuyo corazón-altar se eleva… un sacrificio espiritual agradable al Padre”; ampliar la conciencia de que “la Iglesia no es un edificio, sino el pueblo y la familia de los hijos de Dios”; y revalorar la riqueza y provecho de la Comunión espiritual frente a una añoranza del Pan del cielo.

También se destacó “el celo apostólico de muchos sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas, catequistas y otros fieles” que con su acciones de caridad han recordado que “todos somos Iglesia” y se señaló que “no basta el celo y la labor de los ministros ordenados (que sería clericalismo), sino que hace falta la colaboración de cada bautizado”.

Finalmente, se recordó que “es bueno confiar en el Señor” y acoger estas circunstancias imprevistas y casi inimaginables “para dejar que el Espíritu actúe en nosotros para realizar la nueva evangelización”.

“No caigamos en la tentación de volver a la ‘normalidad pasada’, sino caminemos hacia un mejor futuro en Cristo, que es el mismo ayer, hoy y siempre”, concluyó.
 

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