DENVER, 23 Sep. 17 / 04:49 pm (ACI).- El Padre Pío ha realizado varios milagros en vida y también después de su muerte. Para Anthony Fuina, un padre de familia estadounidense, uno de estos casos fue la curación del cáncer de colon que padecía.
En 1997 a Anthony le detectaron un tumor grande en el colon y los médicos le dijeron que debían quitárselo por partes. Un día mientras él esperaba los resultados de la primera operación lo llamaron por teléfono, pero no era el hospital sino su agente de bienes raíces que le pedía que le llevara las llaves de su casa para mostrarla a los clientes.
Él accedió y mientras conducía por la calle, un desconocido se acercó a su auto y le pidió que lo llevara a una determinada calle. Anthony nunca había hecho esto, pero por una extraña razón se sentía ligado a ese desconocido.
El hombre le agradeció por su gesto y le hizo notar que lo veía preocupado por una enfermedad. Anthony se sorprendió y le contó la historia del cáncer que sufría y le dijo que esperaba con ansias los resultados de la primera operación.
“La presencia de este hombre a mi lado me sobreabundó un sentimiento de paz y calma. Él me preguntó si podía colocar su mano donde me había operado y si podía rezar por mí. Entonces comenzó a orar en otra lengua. La sensación que se apoderó de mi cuerpo era increíblemente intensa y milagrosa, sentí que se erizaban los pelos de mi piel. La electricidad que perforaba mi cuerpo a través de su mano era increíble. Grité: ‘Oh Dios mío, no puedo creer esto, no puedo esperar a contárselo a mi esposa’”, narró Anthony en su testimonio.
Cuando terminó de rezar, el desconocido le dijo: “¡Estás curado! ¡Has sido sanado por el Espíritu Santo que ha entrado en ti!”. Anthony estaba atónito y le preguntó: “¿Quién eres?” El hombre le respondió que era un sirviente de Dios.
Al llegar a su destino, el desconocido le volvió a decir que estaba curado y le pidió que fuera a misas de sanación cada vez que pudiera para rezar por los necesitados. Anthony le agradeció por su oración y se despidieron.
El hombre se alejó y cuando Anthony volteó este había desaparecido. Se preguntó “¿A dónde pudo haber ido ese hombre con el que me sentí tan ligado?”.
Cuando el médico le reveló los resultados, le dijo que no había peligro respecto al tumor porque era benigno y que lo operarían de nuevo para extraer lo que quedaba. Sin embargo, en la segunda cirugía, los médicos se sorprendieron porque no había ningún rastro del tumor.
Anthony y su familia se alegraron. Pero en el 2000, en uno de sus chequeos médicos, le dieron una mala noticia: el cáncer había regresado, estaba muy avanzando y el tratamiento era muy riesgoso.
Un día su hija Stacey fue a su casa y le entregó una imagen religiosa. Al mirarla, Anthony se sorprendió.
“Le dije: ‘¿Dónde conseguiste esta fotografía? ¡Debes decírmelo! ¡Es él! ¡Este es el hombre que recogí de la calle, que me bendijo, rezó por mí y me dijo que estaba sano, hace tres años!’. Mi hija respondió: ‘Papá, este hombre está muerto’. Yo dije que era imposible y le insistí: ‘Este es el hombre que se sentó a mi lado en mi auto’”, narró Anthony.
Su hija entonces le dijo que ella había ido a rezar por él a la iglesia y unos amigos de su familia le dieron la imagen del Padre Pío y le dijeron que Anthony debía aferrarse a ella en esos tiempos difíciles.
“Los dos lloramos y ella me dijo que averiguar más sobre el Padre Pío ¡Encontré a mi amigo que había recogido de la calle hace tres años! ¡Sí! ¡Fue el Padre Pío! Él estuvo allí para ayudarme y ahora está aquí para volver a hacerlo”, manifestó Anthony.
Mientras él recibía las quimioterapias, todos sus amigos rezaban por su recuperación. Incluso su hija contó la historia del desconocido y el auto a la familia que le había regalado la estampa y ellos los invitaron a su casa para rezar con una cruz y una medalla del Padre Pío.
Ese día, mientras rezaba, Anthony volvió a experimentar la sensación que tuvo hacía tres años y le rezaba con intensidad al Padre Pío para que destruyera las células cancerígenas que tenía en el cuerpo.
Repitió esa misma plegaria en cada quimioterapia hasta que un día los médicos decidieron hacerle una endoscopia para saber si el cáncer había desaparecido.
“Cuando me desperté vi a mi esposa llorando y pensé ‘Dios que no sean malas noticias’. El médico, que estaba feliz y tenía una cara de desconcierto, me dio la gran noticia: ‘¡Se ha ido! ¡Tu cáncer no está! Eres un hombre afortunado’”, recordó Anthony.
El estadounidense asegura que “mi cura es el Padre Pío. Él ha cambiado nuestras vidas para siempre” y contó que lo llama “mi Padre”.
En el año 2002, Anthony y su esposa Bárbara estuvieron presentes en la canonización del Padre Pío de Pietrelcina en Roma. Actualmente esta familia se dedica a difundir el testimonio del amor de Dios y encomiendan a los enfermos a la intercesión de este santo italiano.
Anthony también ha creado la Fundación Milagro Padre Pío para ayudar a niños con cáncer.
Traducido por María Ximena Rondón. Publicado originalmente en el National Catholic Register.
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— ACI Prensa (@aciprensa) 7 de abril de 2016
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