CIUDAD DE MÉXICO, 27 Feb. 17 / 08:11 am (ACI).- Este lunes 27 de febrero el Papa Francisco aprobó el decreto que reconoce las virtudes heroicas del siervo de Dios P. Antonio Repiso Martínez de Orbe, sacerdote jesuita fundador de la Congregación de las Hermanas del Divino Pastor.
Con esta aprobación, que reconoce que el sacerdote vivió en grado heroico la fe, la esperanza y la caridad; la causa del sacerdote queda a la espera de la realización de un milagro por su intercesión para poder proceder a la beatificación.
Antonio Repiso del Orbe nació en Venta de Córdoba, Estado de México, el 8 de febrero de 1856. Fue el menor y el único hijo hombre en su familia.
Cuando tenía 12 años murió su madre y dos años después, con solo 14 años de edad, se inscribió en el seminario contrariando la voluntad de su padre.
Fue ordenado sacerdote el 20 de marzo de 1881. En mayo de 1883 fue enviado a la parroquia de la Asunción en Pachuca; al año siguiente fue nombrado vicario fijo de la parroquia de Villa Victoria, en el estado de México.
Más tarde pasó a Texcoco, a la parroquia de San Andrés Chiautla donde estableció una escuela parroquial. A partir de 1891 fue coadjutor en la parroquia de Xochimilco donde también fundó una escuela parroquial y un internado para niñas.
Permaneció en Xochimilco hasta el 2 de agosto de 1893 cuando decidió entrar a la Compañía de Jesús, a cuyo noviciado de San Simón, Michoacán, ingresó el 14 de ese mismo mes. El 18 de septiembre de 1895 hizo los votos como jesuita.
Después del noviciado fue enviado a Oaxaca donde fundó la Congregación de Hermanas Divino Pastor el 14 de enero de 1900.
Para escribir las reglas de la nueva congregación se basó en las de los jesuitas. La idea surgió al darse cuenta de que había muchas jóvenes con vocación religiosa, y por otra parte muchas niñas que se quedaban abandonadas cuando sus padres iban al trabajo.
También fomentó las dos congregaciones que ya existían en el lugar: el Apostolado de la Oración y las Hijas de María. Además fundó la congregación de niños y jóvenes de San Luis Gonzaga.
Se preocupó por la administración de sacramentos y dedicó muchas horas de su jornada a la confesión.
Fue en esta época en la que le apareció una pequeña llaga cancerosa que con el tiempo cubrió toda su espalda, lo que le causó muchos sufrimientos y finalmente lo llevó a la muerte.
Era muy devoto de la Virgen de Guadalupe; rezaba mucho y solía dormir en el suelo sobre una tarima.
Sirvió en Chihuahua 15 años y, en 1923 pasó a León, estado de Guanajuato, donde murió santamente el 27 de julio de 1929.
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— ACI Prensa (@aciprensa) 27 de febrero de 2017
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