REDACCIÓN CENTRAL, 14 Ene. 17 / 12:01 am (ACI).- San Felix de Nola fue un obispo romano que padeció las persecuciones desatadas por los emperadores Decio y Valeriano, por lo que es venerado como confesor de la fe y también mártir.
Lo poco que se conoce de este santo es a partir de biografía elaborada a fines del siglo IV por el Obispo de Nola, San Paulino, quien además lo tuvo como su santo protector. También escribieron sobre él Beda, San Agustín y Gregorio Turonense.
A partir de esta información se sabe que nació en Nola (hoy territorio de Italia) en el siglo III y fue hijo de un noble sirio. Abrazó el servicio apostólico desde muy joven, distribuyó su herencia entre los pobres al morir su padre y luego fue ordenado sacerdote por el Obispo de Nola de ese entonces, San Máximo.
Durante las persecuciones de cristianos, fue encarcelado y, según la leyenda, liberado por un ángel.
Habiendo escapado de la furia desatada por el emperador Decio, Félix se vio nuevamente amenazado, junto con toda su comunidad, por las disposiciones que contra los cristianos dictó el emperador Valeriano, entre los años 256 y 257.
Al morir el Obispo Máximo quisieron forzar a Félix a ocupar la silla episcopal, pero él rehusó tal dignidad, prefiriendo continuar como presbítero su misión evangelizadora.
Murió el 14 de enero, se cree que del año 260. Fue enterrado en Nola y su sepulcro se convirtió en lugar de peregrinación. En Roma le fue consagrada una basílica.
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