VATICANO, 26 Ene. 17 / 04:03 pm (ACI).- El Cardenal Roger Etchegaray, Presidente Emérito del Pontificio Consejo Justicia y Paz, deja el Vaticano para regresar a Francia, su país natal, luego de una larga y destacada labor apostólica, como fue la construcción de puentes entre la Santa Sede y Cuba, y que llevaron a la histórica visita de San Juan Pablo II a la isla en 1998.
La noticia de la partida del Purpurado fue difundida por Angelo Scelzo, exsubdirector de la Sala de Prensa de la Santa Sede y buen amigo del Cardenal francés de 94 años, quien deja su casa en la plaza San Calisto en Roma para regresar a Bayona en Francia, donde vivirá con su hermana Maite en una casa de retiro.
El Cardenal Etchegaray tuvo la oportunidad de despedirse del Papa Francisco y de Benedicto XVI, afirmó Scelzo en un artículo publicado el 20 de enero en el periódico de la Conferencia Episcopal Italiana, Avvenire.
Sacerdote con un profundo toque humano, el Cardenal Etchegaray nació en 1992 en la localidad de Espelette (Francia), siendo el primero de tres hijos. Se ordenó sacerdote en 1947, estuvo entre los peritos del Concilio Vaticano II y fue también Vicario de la Acción Católica. Además fue vicesecretario y secretario general de la Conferencia Episcopal Francesa entre 1961 y 1969; y Arzobispo de Marsella de 1970 a 1985.
Ya en la Curia Romana, sirvió como Presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz de 1984 a 1998; y dirigió el Pontificio Consejo Cor Unum de 1984 a 1995.
Pero esto es solo una observación menor si se reflexiona sobre toda una vida cuyos hechos marcaron una era en la Iglesia Católica.
En su hogar, entre libros, recuerdos e historia, hay un nacimiento que le regaló Fidel Castro. Si la Iglesia puede ahora tener un impacto en la vida de Cuba y los acontecimientos actuales, es porque el Cardenal Etchegaray fue quien trabajó en los primeros pasos que se dieron allí.
El Cardenal Etchegaray fue a Cuba por primera vez en 1989. En ese momento era Presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz. El viaje se mantuvo en secreto, ya que presentaba muchas dificultades, como por ejemplo el hecho que el ateísmo de estado fuese la religión oficial en Cuba hasta 1992.
En 1989 Juan Pablo II envió al Cardenal Etchegaray a Cuba para construir puentes. Era Navidad y el Purpurado podía celebrar una Misa en una abarrotada Catedral de La Habana.
Al final de la Misa, el Cardenal Etchegaray "planteó una pregunta agradable a la muchedumbre: ¿Qué mensaje voy a llevar al Papa?” “¡Que venga! ¡Que venga! ¡Que venga!” Miles de voces rugieron al unísono. “Oí su mensaje”, respondió el Purpurado, “no sé qué va a decir, pero estoy seguro de que vendrá”, según el diario Los Angeles Times.
Ese fue el primero de muchos viajes a Cuba que finalmente terminaron en la primera e histórica visita de un Papa a la isla en 1998.
Pero además de Cuba, en 1986 el Cardenal Etchegaray estuvo entre los organizadores del primer encuentro mundial de religiones en Asís (Italia), y participó en todas las demás reuniones. A pesar de que el primer encuentro fue fuertemente criticado dentro de la Curia, mantuvo una gran estima no sólo de parte del Papa, sino de muchos miembros de la Curia.
En 1997 fue llamado a predicar los Ejercicios Espirituales Cuaresmales a la Curia. Presentó una reflexión centrada en Jesús "Verdadero Dios y verdadero hombre", unido por una línea rectora, una frase del filósofo francés Blaise Pascal: "Fuera de Jesucristo no sabemos lo que es nuestra vida ni nuestra muerte, ni lo que es Dios, ni lo que somos nosotros mismos”.
El Cardenal siempre ha apuntado a construir puentes. Fue enviado por San Juan Pablo II a Irak para intentar evitar la Segunda Guerra del Golfo en 2002. Viajó a China cuatro veces (en 1980, 1993, 2000 y 2003) con el fin de comprender mejor la situación de la Iglesia local y finalmente mejoró las relaciones con este país.
Era el hombre al que se dirigieron dos Papas en escenarios de crisis. Al mismo tiempo, fue un buen amigo de Pablo VI, a quien describió como "un Papa muy discreto, muy reservado, que se convirtió en un Papa errante, el primer Papa en tomar el avión, el primer Papa en ir a Tierra Santa, el primer Papa que fue a las Naciones Unidas" y que "había enseñado la verdad sobre la humanidad a todos los hombres, y se dirigió hacia los más pobres".
Antes de salir de Roma, el Cardenal Etchegaray también pudo despedirse de Benedicto XVI, con quien tiene un vínculo especial: en la víspera de Navidad de 2009, el Purpurado resultó gravemente herido mientras una persona atacaba sin éxito a Benedicto XVI durante la procesión de la Misa.
Ahora el Cardenal Etchegaray no se va en una misión de la Iglesia, pero vuelve a casa, a Bayona, para vivir con su amada hermana Maite.
Traducido y adaptado por Eduardo Berdejo. Publicado originalmente en CNA.
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— ACI Prensa (@aciprensa) 19 de marzo de 2015
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