El Papa Francisco pidió a los sacerdotes que no pierdan el sentido de pertenencia al pueblo de Dios, el sentido de pertenencia al rebaño de Cristo.
En la Misa celebrada en la Casa Santa Marta advirtió que esa pérdida de sentido de pertenencia al pueblo crea grietas con el pueblo, como pasaba en Israel en tiempos de Jesús.
El Pontífice lo explicó poniendo de ejemplo la escena del Evangelio del día, donde se encuentra dos grupos de personas. Por un lado, “el grupo de doctores de la ley que, a priori, rechaza a Jesús porque, según ellos, no opera de acuerdo a la ley”, “el grupo de los intelectuales de la ley, los jefes de Israel, los jefes del pueblo”. Y por otro lado está, “el pueblo que ama a Jesús y lo sigue”.
El Papa reflexionó sobre la escena concreta en que los fariseos reprochan a los guardias por no haber prendido a Jesús. “Dicen: ‘¿Por qué no lo habéis traído aquí?’. Responden los guardias: ‘Nunca un hombre ha hablado así’. Pero los fariseos les replicaron: ‘¿Os habéis dejado engañar también vosotros? ¿Acaso ha creído en Él alguno de los jefes de los fariseos? Pero esa gente que no conoce la Ley son unos malditos’”.
“Este grupo de doctores de la ley, la élite, desprecia a Jesús, pero también desprecia al pueblo, a ‘esa gente’, qué ignorantes, que no saben nada”.
Por el contrario, “el santo pueblo fiel de Dios cree en Jesús, lo sigue, pero este grupo, la élite, los doctores de la ley, se separa del pueblo y no recibe a Jesús”. Francisco explicó que los fariseos tenían un gran defecto: “Habían perdido la memoria de su pertenencia a un pueblo”.
En contraste, el pueblo de Dios tiene la capacidad, el don “de saber dónde está el Espíritu”, de conocer “los caminos de la salvación”. “El pueblo de Dios sigue a Jesús, no sabe explicar por qué, pero lo sigue, lo llevan hasta el corazón, y no se cansa”.
Otra escena evangélica citada por el Papa: “El día de la multiplicación de los panes. Estuvieron todo el día con Jesús. Hasta el punto de que los apóstoles le dijeron a Jesús: ‘Despídelos, para que puedan ir a comprar para comer’”.
Es decir, “también los apóstoles tomaban distancia. No tenían en consideración, no despreciaban, pero no tenían en consideración al pueblo de Jesús. Que vayan a comer. La respuesta de Jesús: Dadles vosotros de comer. Los remite al pueblo”.
“Esta grieta entre la élite de dirigentes religiosos y el pueblo es un drama que viene de lejos. Pensemos también en el Antiguo Testamento la actitud de los hijos de Elí en el templo: se aprovechaban del pueblo de Dios”.
Para el Papa, esa actitud es un rasgo del clericalismo que ha existido en todas las épocas de la historia: “El desprecio del pueblo. El desprecio de la gente ‘que no ha sido educada como nosotros, que hemos estudiado, que sabemos…’”.
En cambio, “el pueblo de Dios tiene esa gran gracia: el olfato de saber dónde está el Espíritu. Es pecador, como nosotros: es pecador. Pero tiene ese olfato para conocer los caminos de la salvación”.
“El problema de la élite, de los clérigos de élite como estos, es que habían perdido la memoria de su pertenencia al pueblo de Dios, son sofisticados, han accedido a otra clase social, se sienten dirigentes. Esto es el clericalismo que ya se daba allí”.
Lamentó que también esto sucede hoy con el clericalismo, sacerdotes, religiosas, con miedo de “ensuciarse las manos con los pobres”. “Muchas veces pienso: es gente buena que no han tenido la valentía de ir a servir a los pobres”.
En ellos, “algo falta: Aquello que faltaba a esta gente, a los doctores de la ley. Han perdido la memoria, han perdido aquello que Jesús sentía en el corazón: que eran parte de su pueblo. Han perdido la memoria de aquello que Dios le dice a David: ‘Yo te he tomado del rebaño’. Han perdido la memoria de su pertenencia al rebaño”.
“Pensemos también hoy tantos hombres y mujeres cualificados en el servicio de Dios que son valientes y acuden a servir al pueblo, tantos sacerdotes que no se separan del pueblo”.
El Papa finalizó la homilía invitando a pensar “cada uno de nosotros, de qué parte estamos, si estamos en medio, un poco indecisos, si estamos con el sentir del pueblo, del pueblo fiel de Dios que no puede fallar: tiene esa infalibilidad al creer. Y pensemos en la élite que se aparta del pueblo de Dios, en ese clericalismo”.
Evangelio comentado por el Papa Francisco:
Juan 7:40-53
40 Muchos entre la gente, que le habían oído estas palabras, decían: «Este es verdaderamente el profeta.»
41 Otros decían: «Este es el Cristo.» Pero otros replicaban: «¿Acaso va a venir de Galilea el Cristo?
42 ¿No dice la Escritura que el Cristo vendrá de la descendencia de David y de Belén, el pueblo de donde era David?»
43 Se originó, pues, una disensión entre la gente por causa de él.
44 Algunos de ellos querían detenerle, pero nadie le echó mano.
45 Los guardias volvieron donde los sumos sacerdotes y los fariseos. Estos les dijeron: «¿Por qué no le habéis traído?»
46 Respondieron los guardias: «Jamás un hombre ha hablado como habla ese hombre.»
47 Los fariseos les respondieron: «¿Vosotros también os habéis dejado embaucar?
48 ¿Acaso ha creído en él algún magistrado o algún fariseo?
49 Pero esa gente que no conoce la Ley son unos malditos.»
50 Les dice Nicodemo, que era uno de ellos, el que había ido anteriormente donde Jesús:
51 «¿Acaso nuestra Ley juzga a un hombre sin haberle antes oído y sin saber lo que hace?»
52 Ellos le respondieron: «¿También tú eres de Galilea? Indaga y verás que de Galilea no sale ningún profeta.»
53 Y se volvieron cada uno a su casa.
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