El Cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado del vaticano, participó en la inauguración de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que está teniendo lugar en Madrid (España) del 2 al 13 de diciembre.
Allí el Cardenal Parolin leyó un mensaje del Papa Francisco dirigido a la Ministra de Medioambiente de Chile, presidenta de la COP 25 .
En el mensaje, el Papa recordó que en diciembre de 2015 durante la reunión COP 21 se adoptó el Acuerdo de París para cuya implementación “requerirá un compromiso concertado y una dedicación generosa de cada uno”.
“Su rápida entrada en vigor, en menos de un año, y las numerosas reuniones y debates destinados a reflexionar sobre uno de los principales desafíos para la humanidad, el del cambio climático, y a identificar las mejores formas de implementar el Acuerdo de París, mostró una creciente conciencia por parte de los diversos actores de la comunidad internacional de la importancia y la necesidad de ‘trabajar juntos en la construcción de nuestro hogar común’”, aseguró el Papa.
Sin embargo, lamentó que después de cuatro años “esta conciencia sigue siendo bastante débil, incapaz de responder adecuadamente a ese fuerte sentido de urgencia de acción rápida que exigen los datos científicos de que disponemos, como los descritos en los recientes informes especiales del Grupo Intergubernamental de expertos sobre el Cambio Climático (IPCC)”.
Estos estudios, según precisó el Papa Francisco, “muestran que los compromisos actuales de los Estados para mitigar el cambio climático y adaptarse a él distan mucho de ser los que realmente se necesitan para alcanzar los objetivos establecidos en el Acuerdo de París” y aseguró que “¡demuestran lo lejos que están las palabras de las acciones concretas!”.
El Papa también recordó que actualmente hay un “creciente acuerdo sobre la necesidad de promover procesos de transición, así como una transformación de nuestro modelo de desarrollo, para fomentar la solidaridad y reforzar los fuertes vínculos entre la lucha contra el cambio climático y la pobreza”.
Algo que también demuestran las “numerosas iniciativas que se han puesto en práctica o están en marcha, no solo por parte de los gobiernos, sino también de las comunidades locales, el sector privado, la sociedad civil y las personas”.
Sin embargo, el Papa Francisco asegura que “sigue siendo motivo de gran preocupación la capacidad de esos procesos para respetar el calendario exigido por la ciencia, así como la distribución de los costos que requieren”.
Por eso animó a preguntarse “seriamente si existe la voluntad política de destinar con honestidad, responsabilidad y coraje, más recursos humanos, financieros y tecnológicos para mitigar los efectos negativos del cambio climático, así como para ayudar a las poblaciones más pobres y vulnerables que son las más afectadas”.
Recordó que “numerosos estudios nos dicen que todavía es posible limitar el calentamiento global”, pero subrayó que para ello es necesario “una voluntad política clara, previsora y fuerte, decidida a seguir un nuevo rumbo que apunte a reorientar las inversiones financieras y económicas hacia aquellas áreas que realmente salvaguarden las condiciones de una vida digna de la humanidad en un planeta ‘sano’ para hoy y para mañana”.
Algo que “nos invita a reflexionar concienzudamente sobre la importancia de nuestros modelos de consumo y producción y sobre los procesos de educación y sensibilización para hacerlos coherentes con la dignidad humana”.
El Papa también calificó la situación actual como un “desafío de civilización” a favor del bien común y a un cambio de perspectiva que sitúa esta misma dignidad en el centro de nuestra acción “que se expresa claramente en el ‘rostro humano’ de las emergencias climáticas”.
Según destacó, “sigue habiendo una oportunidad, pero no debemos permitir que se cierre. Debemos aprovechar esta ocasión mediante acciones responsables en los ámbitos económico, tecnológico, social y educativo, sabiendo muy bien que nuestras acciones son interdependientes”.
El Papa también recordó que “los jóvenes de hoy muestran una gran sensibilidad a los complejos problemas que surgen de esta ‘emergencia’”, pero también aseguró que “no debemos cargar a las próximas generaciones con los problemas causados por los anteriores” sino darles “la oportunidad de recordar a nuestra generación como aquella que renovó y actuó, con conciencia honesta, responsable y valiente, la necesidad fundamental de colaborar para preservar y cultivar nuestra casa común”.
El Papa animó a ofrecer a la próxima generación “razones concretas para esperar y trabajar por un futuro bueno y digno” y manifestó su esperanza de que “este espíritu anime el trabajo de la COP25, a la cual deseo mucho éxito”.
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