Jesús cambió el mundo al conquistar el corazón del ser humano, fueron las palabras del Administrador de Tierra Santa, Mons. Pierbattista Pizzaballa, en su mensaje de Navidad.
En su mensaje, Mons. Pizzaballa abordó la realidad de Tierra Santa, con la falta de trabajo y la tentación de emigrar a otros países en búsqueda de un futuro mejor, así como el conflicto palestino-israelí que afecta gran parte de la vida de la comunidad cristiana.
Sin embargo, recordó, “los tiempos de Jesús no eran mejores que los nuestros. Existía la ocupación romana, estaba Herodes, había varios centros de poder. En el fondo, el hombre no parece haber cambiado mucho desde entonces”.
Por ello, expresó, “¡ay de resignarse! Este no es el mensaje de Navidad. El nacimiento de Jesús no eliminó ninguno de los dramas políticos, sociales y económicos de su tiempo. Jesús no vino a revolucionar las estructuras sociales de su tiempo, no quiso conquistar el poder, sino el corazón del hombre. Y así es que ha cambiado el mundo”.
El Administrador Apostólico de Tierra Santa recordó que en la noche en que nació Jesús, los pastores se pusieron en movimiento para conocer a aquel niño nacido en el Belén de entonces, anunciado a ellos por los ángeles.
Esa invitación de los ángeles, indicó, “es hecho también hoy a nosotros. Ir y ver, para conocer”.
Mons. Pizzaballa agradeció a quienes en Tierra Santa, “con amor, en silencio y sin clamor, “todavía donan su vida y el corazón gratuitamente”.
“A los padres que, no obstante las tantas dificultades, han tenido el coraje de mirar al futuro y dar una esperanza a sus hijos. A los tantos trabajadores y voluntarios que se gastan en los hospitales, en las casas de ancianos, en las casas de acogida para los discapacitados. A nuestros jóvenes que no renuncian a soñar un futuro mejor. A cuantos trabajan por la justicia y la dignidad de todos. A nuestros sacerdotes, a los religiosos y a las religiosas que, a pesar de a veces la soledad y las incomprensiones, continúan dando su vida por sus comunidades”.
“A cuantos, por tanto, han comprendido que ser cristianos significa dar la vida, amar gratuitamente, sin esperar nada para sí, porque tienen ya todo. Son personas que tienen en el corazón una esperanza grande, un deseo sincero y profundo que los lleva fuera de sí y atender al otro. Solo con una esperanza así, aquella que el Espíritu Santo ha puesto en nosotros, llegaremos de verdad a cambiar el mundo”, expresó.
Mons. Pizzaballa aseguró que luego de visitar las comunidades católicas de Tierra Santa “debo decir que también hoy y no obstante todos nuestros límites, esto todavía sucede”.
“Son ellas la esperanza de nuestra Iglesia. En ellas, aquí, se celebra todavía la Navidad verdadera. Puedas su ejemplo y su vida seguir cambiando el corazón de tantos. Estoy seguro que solo así podremos de verdad hacer feliz esta nuestra atormentada Tierra Santa”, expresó.
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