El Papa ve en los voluntarios de la Cruz Roja el reflejo del Buen Samaritano

(ACI).- El Papa Francisco recibió este sábado 27 de enero a los representantes de la Cruz Roja Italiana en el Aula Pablo VI del Vaticano y destacó ante ellos sus tres rasgos característicos de su acción: humanidad, imparcialidad y neutralidad; reflejo de la figura evangélica del Buen Samaritano.

“La Cruz Roja desempeña en toda Italia y en el mundo un servicio insustituible –afirmó el Santo Padre–, precioso tanto para las obras que materialmente desempeña como para el espíritu con el cual las cumple, que contribuye a difundir una mentalidad nueva, más abierta y más solidaria”.

Señaló que la acción de los voluntarios de la Cruz Roja “merece el agradecimiento de todo ciudadano, porque actuáis en diferentes situaciones, debéis hacer frente a fatigas y peligros de diferente naturaleza”.

Por ejemplo, “es así en el caso de la asistencia que ofrecéis a las víctimas de los terremotos y de otros desastres naturales, que alivia el sufrimiento de la población afectada. Representa un signo de la cercanía de todo el pueblo italiano”.

Igualmente valioso es “el esfuerzo que hacéis para socorrer a los migrantes durante su duro recorrido a través del mar, y en el modo en que recibís a los que desembarcan y esperan ser acogidos e integrados”. “Vuestra presencia junto a los inmigrantes representa un signo profético muy necesario en nuestro mundo”.

El Pontífice señaló que en la labor de la Cruz Roja se refleja la figura evangélica del Buen Samaritano. “La humanidad en virtud de la cual os hacéis cargo del sufrimiento de tantas personas es la misma que lleva al Buen Samaritano a inclinarse sobre el hombre herido”.

El Buen Samaritano se hace prójimo del herido y siente compasión por él: “sin compasión, se habría mantenido a distancia, y el hombre agredido por los bandidos habría quedado para él como un hombre sin rostro”.

“Cuanta gente hay también en nuestro mundo, niños, ancianos, mujeres y hombres cuyo rostro no es reconocido como único e irrepetible y que permanecen invisibles porque se encuentran bajo la sobra de la indiferencia. Esto impide ver al otro, escuchar su llamada y percibir el sufrimiento”, lamentó.

En este sentido, aseguró que “la cultura del descarte es una cultura anónima, sin lazos y sin rostros. Solo se preocupa de algunos y excluye a muchos otros. Afirmar el principio de humanidad significa hacerse promotor de una mentalidad radicada en el valor de todo ser humano, y de una práctica que sitúe en el centro de la vida social no los intereses económicos, sino el bienestar de las personas”.

Francisco también destacó la “imparcialidad” como uno de los rasgos esenciales de Cruz Roja. Imparcialidad “que lleva a nos basar su acción en función de distinciones de nacionalidad, raza, credo religioso, credo y opinión política”.

De ahí se deriva otra de sus características, la “neutralidad”, por la cual la Cruz Roja “no toma partido por alguna de las partes implicadas en conflictos o en controversias políticas, raciales o religiosas. Este criterio de acción contrasta con la tendencia, hoy por desgracia tan extendida, de distinguir quién merece atención y alivio de aquellos que, por el contrario, se considera que no son dignos”.

“Que estas palabras –humanidad, imparcialidad y neutralidad– sean siempre el sentido de vuestra misión: la construcción de una recíproca comprensión entre las personas y los pueblos, y el nacimiento de una paz duradera”, concluyó.

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