ACI.- El Obispo Emérito de Hong Kong, Cardenal Joseph Zen ze-kiun, publicó este lunes 29 de enero una carta en la que explica y analiza la difícil situación por la que atraviesa la Iglesia Católica en China, en particular los obispos, ante las presiones y la persecución que sufre por parte del gobierno comunista.
En la misiva que publicó en su sitio web, el Cardenal recuerda que en los últimos días los medios han informado que el Vaticano solicitó a un obispo su renuncia y a otro que acepte su dimisión para permitir que obispos afines el gobierno asuman sus cargos.
Uno de los dos obispos, Mons. Zhuang, solicitó al Cardenal que le enviara una carta suya al Papa Francisco, cometido que logró al viajar a Roma el pasado 10 de enero, durante la audiencia general que se realizó en el aula Pablo VI.
Ese mismo día, el Cardenal recibió una llamada de la Casa Santa Marta donde reside el Pontífice en la que se le indicaba que sería recibido en audiencia el día 12, en la víspera del viaje papal a Chile y Perú.
En el encuentro que duró alrededor de media hora, comenta el Purpurado chino, el Papa le dijo que “miraría el tema”. Además, el Papa le indicó que “les dije (a sus colaboradores en la Santa Sede) que no creen otro caso Mindszenty”.
El Cardenal Joszsef Mindszenty fue Arzobispo de Budapest durante el tiempo de la dictadura comunista en Hungría. Fue encarcelado pero pudo finalmente escapar a la embajada estadounidense en 1956.
Bajo las presiones del gobierno comunista de entonces, el Vaticano le pidió dejar el país y lo reemplazó con un obispo que era más del “gusto” del gobierno.
El Obispo Emérito de Hong Kong explica en su carta que “el problema no es la renuncia de los obispos legítimos, sino el pedido de hacer espacio para aquellos ilegítimos e incluso excomulgados. Muchos obispos ancianos clandestinos –aunque la edad para el retiro nunca se ha seguido en China– han pedido insistentemente un sucesor, pero nunca han recibido respuesta por parte de la Santa Sede”.
Sin embargo, prosigue el Cardenal Zen, “algunos otros que ya tienen un sucesor designado, podrían ya tener incluso la bula” de su nombramiento “firmada por el Santo Padre, pero han recibido la orden de no proceder con la ordenación por miedo a ofender al gobierno”.
“Sé que soy pesimista en relación a la situación actual de la Iglesia en China, pero mi pesimismo tiene fundamento en mi larga y directa experiencia de la Iglesia en China. Entre 1989 y 1996 solía pasar seis meses al año enseñando en varios seminarios de la comunidad de la Iglesia oficial. Por ello he visto directamente la esclavitud y la humillación a la que son sometidos nuestros hermanos obispos”.
El Cardenal refiere asimismo que el gobierno está limitando aún más la libertad religiosa ya que, por ejemplo, desde el 1 de febrero de este año ya no se permitirá que los fieles asistan a Misa en la Iglesia clandestina que se mantiene fiel a Roma.
El Purpurado chino indica además que “algunos dirán que los esfuerzos para alcanzar un acuerdo es para evitar el cisma eclesial. ¡Qué ridículo! ¡El cisma está allí, en la Iglesia independiente!” que el gobierno controla.
“Los Papas han evitado usar la palabra cisma porque sabían que muchos en la Iglesia oficial católica no estaban allí por su propia voluntad sino debido a una gran presión. La ‘unificación’ propuesta obligaría a todos a formar parte de ella”.
Para el Obispo Emérito, si esto llega a realizar, “el Vaticano estaría dando su bendición a una Iglesia cismática fortalecida”.
A continuación, cuestiona: “¿No es bueno acaso tratar de encontrar un terreno común para unir al Vaticano y China separados durante décadas? ¿Pero acaso puede haber algo ‘común’ con un régimen totalitario? Uno acepta o uno se rinde ante la persecución, pero siendo fieles a uno mismo. ¿Se podría imaginar un acuerdo entre San José y el Rey Herodes?”.
De ser así, continúa el Cardenal en su misiva, “¿creería yo que el Vaticano está vendiendo la Iglesia Católica en China? Sí, definitivamente, si es que van en la dirección en la que están según lo que han venido haciendo en los últimos años y meses”.
Para concluir, el Purpurado chino se pregunta si acaso “¿soy el principal obstáculo en el proceso de llegar a un acuerdo entre el Vaticano y China? Si es un mal acuerdo, estaría más que feliz de ser el obstáculo”.
Las relaciones diplomáticas entre China y el Vaticano se rompieron en 1951, dos años después de la llegada al poder de los comunistas que expulsaron a los clérigos extranjeros.
Desde entonces, China únicamente ha permitido el culto católico por medio de la Asociación Patriótica Comunista China, leal al Gobierno chino y que rechaza la autoridad de la Santa Sede en el nombramiento de obispos y en el gobierno de la Iglesia.
Por el contrario, los obispos legítimos que permanecen fieles al Papa, viven en una situación cercana a la clandestinidad, permanentemente asediados por las autoridades comunistas.
Desde hace algunos años la Santa Sede trabaja en un acuerdo para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con China, un acercamiento alentado por el Papa Francisco.
En agosto de 2014, mientras se dirigía a Corea del Sur, el Santo Padre envió un telegrama al Presidente de China cuando su avión sobrevolaba el espacio aéreo del país para expresarle sus mejores deseos.
El hecho de que el Papa haya recibido permiso para sobrevolar el espacio aéreo chino fue considerado como un pequeño paso adelante. El Papa San Juan Pablo II tuvo que evitar el espacio aéreo de este país durante sus viajes a Asia
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— ACI Prensa (@aciprensa) 21 de noviembre de 2017
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