VATICANO, 31 Dic. 17 / 11:45 am (ACI).- En la homilía de las Vísperas de la Solemnidad de Santa María Madre de Dios, el Papa Francisco reflexionó sobre el sentido de plenitud de esta Solemnidad que se celebra el 1 de enero.
“Jesucristo, Verbo hecho carne, ha dado plenitud al tiempo del mundo y a la historia humana”, dijo el Santo Padre ante los fieles congregados este domingo 31 de diciembre en la Basílica de San Pedro, para explicar por qué “esta celebración vespertina respira la atmósfera de la plenitud del tiempo”.
Francisco señaló que “la primera en experimentar este sentido de plenitud entregada en la presencia de Jesús fue la mujer de la cual nació: la Madre del Hijo encarnado, Theotokos, la Madre de Dios. Por medio de ella llegó la plenitud de los tiempos: por medio de su corazón humilde y pleno de fe, por medio de su carne toda impregnada del Espíritu Santo”.
También la Iglesia debe a María su plenitud: “De ella la Iglesia ha heredado, y continúa heredando, esta percepción interior de la plenitud, que alimenta un sentido de gratitud como única respuesta humana digna del don inmenso de Dios”.
Se trata de “una gratitud conmovedora que, partiendo de la contemplación de aquel Niño envuelto en pañales y depositado en un pesebre, se extiende a todo y a todos, al mundo entero. Es una gracia que refleja la Gracia; no viene de nosotros, sino de Él; no procede de mí, sino de Dios, y abarca al ‘yo’ y al ‘nosotros’”.
Además, el Papa también invitó a que, “en esta atmósfera creada por el Espíritu Santo, elevemos a Dios una acción de gracias por el año que llega ahora a término, reconociendo que todo el bien es don suyo”.
En este sentido, hizo una reflexión sobre el modo en que la humanidad gestiona los dones entregados por Dios: “También en este tiempo del año 2017, que Dios nos había entregado íntegro y sano, nosotros humanos lo hemos malgastado y herido de tantos modos con obras de muerte, con mentiras e injusticias”.
“Las guerras son el signo flagrante de este orgullo reincidente y absurdo. Pero también lo son todas las pequeñas y grandes ofensas a la vida, a la verdad, a la fraternidad que causan múltiples formas de degradación humana, social y ambiental. De todo ello debemos asumir, ante Dios, los hermanos y la creación, nuestra responsabilidad”.
Sin embargo, el mensaje del Papa no ha sido de reproche si no de esperanza, y subrayó que “en esta noche prevalece la gracia de Jesús y su reflejo en María”.
Francisco también se dio tiempo para agradecer a todas las personas que en Roma colaboran al bien común de la ciudad: “Estas personas, aunque no sean noticia, son la mayor parte de la gente que vive en Roma”, aseguró.
En concreto, el Pontífice expresó “un sentimiento de simpatía y agradecimiento a todas las personas que cada día contribuyen con pequeños pero preciosos gestos concretos al bien de Roma: tratan de cumplir con su deber del mejor modo, se mueven en el tráfico con criterio y prudencia, respetan los lugares públicos y señalan las cosas que no funcionan, y están atentos a las personas ancianas o en dificultad”.
Asimismo, dijo, “siento en mí una gran estima por los padres, los profesores y todos los educadores que, con este mismo estilo, tratan de formar a los niños y a los chicos en el sentido cívico, en una ética de la responsabilidad, educándoles a sentirse parte, a ayudar, a interesarse por la realidad que les rodea”.
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— ACI Prensa (@aciprensa) 31 de diciembre de 2017
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