21 de abril de 2023 / 3:20 a. m.
Una asesora del Vaticano ha denunciado que en la Iglesia Católica existe una confusión que impide a muchos distinguir entre los postulados de las Naciones Unidas y su doctrina social.
Así lo ha afirmado la periodista Marguerite Peeters durante una reciente jornada acerca de la hoja de ruta de la ONU celebrada en la Universidad Católica de Valencia (España).
En ella, la asesora del Pontificio Consejo para la Cultura abordó, entre otras cuestiones, la polémica sobre el “compromiso” del Comité organizador de la JMJ de Lisboa con la Agenda 2030.
Peeters considera que esto constituye “una señal más" de que "existe un problema de falta de claridad dentro de la Iglesia en cuanto a la distinción entre su Doctrina Social y la ética de Naciones Unidas”.
Una agenda ajena a los Estados
La asesora de la Santa Sede denuncia, además, que el contenido de las políticas promovidas por la ONU a través de la Agenda 2030 “no proviene de Estados soberanos, sino de agentes no gubernamentales”.
De acuerdo a Peeters, fueron grupos de presión los que introdujeron los "conceptos clave" de estas políticas en el lenguaje de las organizaciones internacionales.
“La Unesco, de hecho, afirma en su guía sobre educación sexual integral que tiene una misión global; o lo que es lo mismo, que van a presionar a los diferentes países para que apliquen las normas educativas que ellos promulgan”, señala.
Así, añade, se evita “el control democrático a la aplicación de esas políticas, porque no existe un debate parlamentario sobre si las queremos o no”.
A su entender, “la Unesco se dirige directamente a los ministerios de Educación de las diversas naciones y les dice que existe un consenso global sobre la igualdad de género, por ejemplo, y que deben alinearse con él”.
Peeters considera “de manera muy clara” que la “estrategia” de estos grupos consiste en “utilizar a los niños y a los jóvenes para cambiar la sociedad e instaurar la nueva cultura global”.
Por eso “empiezan a deconstruir los géneros desde edades muy tempranas y lo siguen haciendo en cada etapa de su desarrollo. Cuando llegan a la adolescencia, los jóvenes deben ser ya agentes del cambio, activistas militantes”.
“Es horroroso. Sobre todo, porque sabemos que este proceso ya está en marcha en muchos países occidentales”, puntualiza.
Fin del feminismo
La escritora y periodista también hace notar que “en cierto modo estamos presenciando el fin del feminismo” cuando se pretende que vivamos "como individuos sexualmente indiferenciados".
En consecuencia, este pensamiento "ha quedado atrás, sobrepasado”.
A su parecer, “las raíces de la ideología de género están en el feminismo de segunda ola y el movimiento homosexual de los setenta”.
Los dos parten de la misma concepción antropológica, indica, explicando que, de acuerdo a esa forma de pensar, “el hombre y la mujer, la masculinidad y la feminidad, la vocación esponsal de ambos", entre otros, "son constructos sociales contrarios a la igualdad de derechos”.
En esa lógica, habría “que deconstruir la naturaleza de la persona”.
Esto fue posible, destaca, por “una minoría de activistas radicales” dentro del feminismo de segunda ola que presionaron desde los años ‘70 del siglo XX, hasta que la ONU comenzó a introducir el término “género” en sus conferencias y documentos.
En su opinión, la “transformación” de estos movimientos en lobbies para la imposición de la ideología de género es la muestra de que “el progreso del mal siempre es a peor”.
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