El Papa Francisco advirtió contra las “apetencias de la carne” que apartan del camino de Cristo e invitó a dejarse guiar por el Espíritu Santo para no desviarse del estilo de vida cristiano.
El Santo Padre realizó esta enseñanza este miércoles 3 de noviembre durante la Audiencia General celebrada en el Aula Pablo VI del Vaticano, donde continuó con sus catequesis sobre la Carta de San Pablo a los Gálatas.
El Pontífice explicó que en la Carta a los Gálatas “San Pablo exhorta a los cristianos a caminar según el Espíritu Santo. De hecho, creer en Jesús significa seguirlo, ir detrás de Él en su camino, como hicieron los primeros discípulos. Y significa al mismo tiempo evitar el camino opuesto, el del egoísmo, el de buscar el propio interés, que el apóstol llama ‘apetencias de la carne’”.
En ese sentido, aseguró que “el Espíritu es la guía de este camino sobre la vía de Cristo”. Para explicarlo, invitó a pensar “en una larga excursión a lo alto de la montaña: es fascinante, la meta nos atrae, pero requiere mucho esfuerzo y tenacidad”.
De esa manera, “recorriendo este camino, el cristiano adquiere una visión positiva de la vida”. “Creer en Dios es siempre más fuerte que nuestras resistencias y más grande que nuestros pecados”.
Este caminar según el Espíritu “no es solo una acción individual: también afecta a la comunidad en su conjunto. De hecho, construir la comunidad siguiendo el camino indicado por el Apóstol es emocionante, pero arduo”.
El Papa advirtió que “las ‘apetencias de la carne’, las tentaciones, digámoslo así, que todos nosotros tenemos, es decir las envidias, los prejuicios, las hipocresías, los rencores, se siguen sintiendo, y recurrir a una rigidez preceptiva puede ser una tentación fácil, pero al hacerlo uno se saldría del camino de la libertad y, en lugar de subir a la cima, volvería hacia abajo”.
Subrayó que “recorrer el camino del Espíritu requiere en primer lugar dar espacio a la gracia y a la caridad”.
Se trata de “una actitud muy diferente a la de las habladurías. Cuando vemos algo, a hablar contra él. Hablar mal del prójimo. No, esto no es según el Espíritu”.
Animó, en ese sentido, a preguntarse “qué nos impulsa a corregir a un hermano o a una hermana, y si no somos de alguna manera corresponsables de su error”.
“La regla suprema de la corrección fraterna es el amor: querer el bien de nuestros hermanos y de nuestras hermanas. Y muchas veces es también tolerar los problemas de los demás, los defectos de los demás en silencio, en la oración para después encontrar el camino correcto para corregirle. Y esto no es fácil. El camino más fácil es la habladuría, criticar al otro, como si yo fuese perfecto. Esto no se debe hacer: mansedumbre, paciencia, oración, cercanía”, concluyó su catequesis el Papa Francisco.
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