La fe, la oración y la Eucaristía son esenciales en este hogar para superar adicciones

BUENOS AIRES, 25 Abr. 17 / 03:02 pm (ACI).- En la diócesis de Rafaela en Argentina existe un hogar de rehabilitación de adicciones llamado Hijo Pródigo, cuyo método de trabajo ha ayudado a una gran cantidad de personas.

Oración, fe en Dios, afecto y formación son los componentes esenciales de la metodología liderada por el sacerdote diocesano y asesor espiritual, P. Alcides Suppo.

“En nuestro sistema de recuperación la base es la fe. No desdeñamos a los profesionales como psicólogos, psiquiatras y demás, recurrimos a ellos cuando es necesario. Pero, creemos que en base a la oración y la integración con la familia es como podemos recuperar” a las personas, explicó a ACI Prensa el P. Suppo.

El sacerdote de 82 años precisó que además de la oración y la ayuda de la familia, el éxito del trabajo parte de la premisa de que la persona está ahí por su propia voluntad. “Vos podés salir con la ayuda de Dios, con tu esfuerzo y con nuestro afecto”, afirmó.

Según el presbítero, la sanación a través de la oración se explica porque “el ser humano tiene la necesidad básica de encontrarse con la trascendencia, con Dios, con su Padre”.

“En esta época de consumismo se ha perdido ese vínculo. Primero con Dios se fue debilitando enormemente, luego el vínculo con la familia y los otros seres humanos. En cambio, creció el vínculo con lo material, con los animales. Pero, todo se aflojó, se aflojaron los vínculos fundamentales que mantiene equilibrada la gente”, alertó el sacerdote.

Como parte de la rehabilitación, los primeros siete días de cada mes se realiza también el llamado “Jericó de la alabanza”, que son días especiales de oración, a semejanza de los días en que el pueblo del profeta Josué dio vueltas a la ciudad de Jericó hasta que sus muros fueron derribados.

El objetivo de esta oración en el Hogar Hijo Pródigo es que a través de ella “caigan los muros, los obstáculos que puedan tener estas personas en la vida. Cada día se hace una invocación al Espíritu y termina con la oración a María”, explicó Alejandro Audagna, voluntario hace 10 años en el hogar.

Audagna dijo a ACI Prensa que su voluntariado se inició con el hogar y ha sido testigo “de que Jesús en la Eucaristía realmente sana” y que “Jesús Eucaristía es el tratamiento” para salir adelante.

“La recuperación del adicto es la conversión. La persona se encuentra con Jesús y recibe una luz que le hace ver lo equivocado que está en su vida. Eso es lo más difícil, que un adicto se reconozca necesitado, reconozca que está mal. Depende de cada uno ese proceso de conversión y de cambio”, explicó Audagna.

Alejandro se siente “feliz porque puede ayudar al otro. Me ayuda a ser mejor persona, a crecer espiritualmente. En el encuentro con el otro uno va madurando, creciendo, convirtiendo también, se siente el gozo de dar, la alegría de ver al otro feliz, de ver al otro crecer, de ver al otro cambiar. Además, es lo que Dios nos pide en obra y lo que el Papa Francisco ha llamado”.

El hogar Hijo Pródigo pertenece a la Asociación Civil Vistiéndonos de Sol, nombre que hace referencia al versículo del Apocalipsis (12,1) que habla de la Virgen María "vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza".

Esta institución se gestó con el impulso del P. Suppo en la Parroquia Nuestra Señora de Guadalupe y luego se instituyó como tal en el año 2000.

Además de las tres casas llamadas Hijo Pródigo destinadas para la rehabilitación, también sostienen un hogar de ancianos Simeón y un hogar Ambulatorio para familias. Próximamente, tendrán un hogar de niños llamado Chiquilines y un lugar para talleres de formación y oficios. 

El hogar Hijo Pródigo ubicado en el barrio Güemes comenzó a funcionar en 2007. Actualmente, viven 12  personas que han caído en el flagelo de las drogas, el alcohol y la ludopatía y permanecen en promedio un año y medio internados.

El hogar es gratuito y se mantiene con donaciones particulares, el trabajo voluntario de los fieles más el apoyo de personas ya rehabilitadas que permanecen por un tiempo tras su rehabilitación.

En su rutina diaria las personas realizan oración comunitaria, la Coronilla de la Divina Misericordia, tienen una hora de silencio, de adoración al Santísimo, rezan el Rosario del perdón y del desprendimiento basado en los ejercicios ignacianos y desarrollan labores propias del hogar.

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