El Santo Padre envía un mensaje a los fieles brasileños con motivo de la Campaña cuaresmal de Fraternidad promovida por la Conferencia Episcopal de Brasil
Ciudad del Vaticano, 18 de febrero de 2015 (Zenit.org) Redacción | 0 hits
La Cuaresma es tiempo de preparación a la Pascua: tiempo de penitencia, oración y caridad, tiempo de renovar nuestra vida, identificándonos con Jesús a través de su donación generosa a los hermanos, especialmente a los más necesitados. Así lo recuerda el santo padre Francisco en su mensaje a los fieles brasileños con ocasión de la 52ª Campaña cuaresmal de Fraternidad promovida por la Conferencia Episcopal de Brasil, que este año lleva por lema: “Fraternidad: Iglesia y sociedad”, con el eslogan “He venido para servir”.
De este modo, el Papa explica que la Iglesia, no puede ser indiferente a las necesidades del prójimo porque “las alegría y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de hoy, sobre todo de los pobres y de todos los que sufren, son también las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los discípulos de Cristo”.
¿Y qué hacer?, se pregunta el Papa. “Durante los cuarenta días en los que Dios llama a su pueblo a la conversión, la Campaña de Fraternidad quiere ayudar a profundizar, a la luz del Evangelio, al diálogo y la colaboración entre la Iglesia y la Sociedad --propuesta por el Concilio Vaticano II-- como servicio de construcción del Reino de Dios, en el corazón y en la vida del pueblo brasileño”.
Asimismo, recuerda que la contribución de la Iglesia, en el respeto de la laicidad del Estado, y sin olvidar la autonomía de las realidades terrenas, “encuentra forma concreta en su Doctrina Social, con la que quiere ‘asumir evangelicamente y de la perspectiva del Reino, las tareas prioritarias que contribuyen a la dignificación del ser humano y trabajar junto a los otros ciudadanos e instituciones por el bien del ser humano”.
Pero esto, advierte el Papa, no es una tarea exclusiva de las instituciones: “cada uno debe hacer su parte, y comenzar por su casa, su trabajo, por las personas con las que se relaciona. Y concretamente debemos ayudar a los más pobres y necesitados”.
A propósito ha recordado que “cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres, de manera que puedan integrarse plenamente en la sociedad; esto supone que seamos dóciles y atentos para escuchar el clamor del pobre y socorrerlo” sobre todo sabiendo acoger “porque cuando somos generosos en el acoger una persona y compartimos algo con ella --un poco de comida, un lugar en nuestra casa, nuestro tiempo-- no solo no nos hacemos más pobres, sino que nos enriquecemos”.
Finalmente, pide el Papa, "hagamos un examen de conciencia sobre el compromiso concreto y efectivo de cada uno de nosotros en la construcción de una sociedad más justa, fraterna y pacífica". De este modo, el Papa indica que "cuando Jesús nos dice 'he venido para servir' nos enseña la síntesis de la identidad del cristiano: amar sirviendo".
(18 de febrero de 2015) © Innovative Media Inc.
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