En la sede de la Facultad de Teología Evangélica de Bangui (FATEB) y ante unas 400 personas, el Santo Padre afirmó que “todos estamos aquí para servir al mismo Señor resucitado, que nos congrega hoy; y, gracias al mismo Bautismo recibido, estamos invitados a anunciar la alegría del Evangelio a los hombres y mujeres de este querido País de Centroáfrica”.
En el encuentro con las comunidades evangélicas de esta nación africana muy golpeada por la guerra, el Papa destacó que el sufrimiento “hace que el anuncio del Evangelio sea más necesario y urgente porque es la carne del mismo Cristo quien sufre en sus miembros predilectos: los pobres de su pueblo, los enfermos, los ancianos y los abandonados, los niños huérfanos o que han sido abandonados a su suerte, sin guía y sin educación”.
Tras señalar que “Dios no hace distinción entre los que sufren. A esto lo he llamado con frecuencia el ecumenismo de la sangre”, el Papa afirmó que “todas nuestras comunidades sin distinción sufren a causa de la injusticia y el odio ciego que el demonio desencadena”.
Luego de resaltar que “en este difícil contexto, el Señor no deja de enviarnos a manifestar a todos su ternura, su compasión y misericordia”, el Pontífice alentó a la unidad y explicó que “la división de los cristianos es un escándalo, porque es ante todo contraria a la voluntad del Señor. Es también un escándalo frente al odio y la violencia que desgarra a la humanidad, frente a las numerosas contradicciones que se alzan contra el Evangelio de Cristo”.
Para concluir, el Papa Francisco animó a que “con ánimo siempre creciente y con vistas a la plena comunión que anhelamos, añadan a la perseverancia y a la caridad el servicio de la plegaria y de la reflexión en común, en búsqueda de un mejor conocimiento recíproco, de una mayor confianza y amistad”.
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