Santa Mónica oraba y ofrecía sacrificios
constantemente por la conversión de su esposo, quien era un hombre violento y
mujeriego. Años después Dios le concedió este deseo y Patricio se bautizó.
También rezó durante 15 por la conversión de su hijo Agustín, quien llevaba una
vida libertina.
Su conversión fue radical. Fue nombrado Obispo de Hipona y alcanzó la santidad. Además, es Doctor de la Iglesia. La fiesta de Santa Mónica se celebra el 27 de agosto y esta es su novena:
Oración inicial:
Por la señal de la santa cruz. De
nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de contrición
Señor mío Jesucristo, divino Redentor y
Salvador de las almas, que por las piadosas lágrimas de vuestra sierva Mónica
os dignasteis convertir enteramente a Vos el corazón de su hijo Agustín, y
desde el día de su total y dichosa conversión le inspirasteis que hiciera
siempre frutos de verdadera penitencia; por las lágrimas benditas de aquella
madre y por la sincerísima conversión de aquel bienaventurado hijo, conceded,
misericordioso, a nuestras almas aquel dolor de verdadera contrición que
alcanza con seguridad el perdón de toda culpa; aquel llanto de sincero
arrepentimiento que borra toda inquietud y toda mancha, y el hacer tales frutos
de penitencia que devuelvan la justificación y la paz a nuestro espíritu
contrito y humillado que de veras se convierte a Vos y desea veros desenojado
para siempre. Amén.
Oración preparatoria para todos los días
¡Oh gloriosa Santa Mónica, espejo de
esposas, modelo de madres, consuelo de viudas, mujer admirable, a quien Dios
infundió el espíritu de oración y concedió aquel don de lágrimas con que
supisteis hacer violencia al Dios de las misericordias para que se compadeciera
de vuestros gemidos, escuchara vuestras plegarias y os concediera el fin de
todos vuestros deseos! A vuestras plantas venimos hoy, las que sufrimos y
lloramos en los tristes caminos de la vida, a suplicaros que nos alcancéis el
espíritu de oración que vos tuvisteis y la compunción que merecen nuestras
culpas, para que, derramando con humildad nuestro corazón ante el Dios de toda
piedad y misericordia, alcancemos la gracia de vivir la santa vida que vos
vivisteis en la tierra, y merezcamos la gloria que vos gozáis ahora en el
cielo, en compañía de nuestros padres, esposos e hijos, y de todos los que por
la sangre y el afecto nos pertenecen y son en Jesucristo, Señor nuestro, amados
y queridos de nuestro corazón. Amén.
Primer día: Modestia
Señor, Dios omnipotente, que os
complacisteis en adornar a vuestra escogida sierva Santa Mónica, desde su
tierna infancia, con los dones amables de la modestia, de la castidad y del
pudor; por lo que ella os agradó con estas preciosísimas virtudes, concededme
la gracia de amarlas y practicarlas como ella, para que como ella os sirva y os
agrade, mi Dios y mi Señor, en medio de la vanidad y corrupción de este siglo,
y así merezca conseguir los premios que tenéis reservados a vuestros escogidos
en la eterna bienaventuranza. Amén.
Tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias.
Pedir la gracia que se desee conseguir
en la Novena por intercesión de la bienaventurada Santa Mónica.
Oración final para todos los días
¡Gloriosísima y bienaventurada Santa
Mónica, grande en la paciencia, magnánima en la esperanza y dichosa en el
triunfo, mujer sabia y prudente, que supiste edificar tu casa y en ella
resplandeciste como el sol cuando amanece en las alturas del cielo, y en todo
fuiste ejemplo esclarecido de mujer cristiana! Ahora, que estás ya en la
«tierra de los que viven para siempre», «donde no hay llantos, ni gemidos, ni
dolor alguno», acuérdate de las que todavía gemimos y lloramos en el valle
donde tú gemías y llorabas, e intercede ante el Señor para que tenga compasión
de tantas madres y esposas en sus tribulaciones y trabajos, y para que recoja
nuestros gemidos y escuche nuestras plegarias, y nos conceda, como a ti, el fin
de todos nuestros deseos, y merezcamos, un día, reinar y descansar en la gloria
como tú, rodeadas de todos los seres queridos de nuestro corazón, y bendecir,
así, contigo las eternas misericordias del Señor por los siglos de los siglos.
Amén.
V.
Ruega por nosotros, bienaventurada Santa Mónica.
R. Para
que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.
Oración
¡Oh Dios, consolador de los afligidos y
salud de los que en Ti esperan, que aceptaste misericordiosamente las piadosas
lágrimas de la bienaventurada madre Mónica por la conversión de su hijo
Agustín! Concédenos por la intercesión de entrambos que lloremos nuestras
pecados y encontremos la indulgencia de tu gracia. Por Jesucristo nuestro Señor.

Publicar un comentario