El congreso sirve como preparación a la XIV Asamblea General del Sínodo de los Obispos en octubre de 2015, y estuvo organizado por el Pontificio Consejo para la Familia, quienes acogieron a 80 movimientos y más 300 expertos para hablar sobre la pastoral familiar.
Los Domínguez, casados desde hace años, sirven en la Obra Familiar de Schoenstatt de Paraguay y dirigen dentro de la Conferencia Episcopal de Paraguay “la Pastoral de la Esperanza”, que pretende ser una respuesta de acogida de la Iglesia hacia las personas divorciadas que tienen una nueva relación.
En declaraciones a ACI Prensa el 22 de enero, Stella Domínguez explicó que los divorciados en nueva unión desean la comunión con Dios, y la primera pregunta que hacen cuando llegan a la pastoral es saber si van a poder comulgar.
Domínguez afirma que muchos de ellos desconocen que existen dos tipos de Comunión: la Comunión espiritual y la Comunión eucarística.
“Nosotros les explicamos con la caridad, en la bondad y en la verdad… que ellos tienen que hacer la comunión espiritual, y la viven muy intensamente. Nos impacta cómo ellos desean tanto recibirla. Ellos hacen suya esta frase que decimos durante la Misa: ‘una sola palabra tuya bastará para sanarme’”, señaló.
El Proyecto Esperanza nació gracias a un encuentro del CELAM en Cochabamba (Bolivia), donde en 2005 se trató la situación de las familias en situaciones irregulares. Esta pastoral no tiene muchos años y, según explican, es una nueva herramienta pastoral que está en continuo desarrollo.
“Estamos aprendiendo con ellos. Esto es un proceso, porque no tenemos la solución a todo, todas las respuestas que ellos quieren; pero se sienten acogidos, ellos hacen la alianza de amor a la Madre, para que ella sea educadora de sus familias. Nosotros aprendemos de ellos, porque la entrega que tienen a la Iglesia, el deseo de servir a sus hermanos que viven la misma situación, nos enseña la caridad y la bondad”, afirmó.
Por último, la experta señaló que su objetivo es ayudar a los divorciados en nueva unión a crecer en la fe y que encuentren en la Iglesia una madre y maestra, un lugar de acogida y de amor donde se sientan hijos de Dios. “Ellos necesitan esa sanación para tener una vida de amor, de entrega, como todos los hijos de Dios”, concluyó.
Los divorciados vueltos a casar y el sacramento de la Comunión
La Congregación de la Doctrina para la Fe expresó en su carta a todos los obispos del mundo de octubre de 1994, que una persona divorciada en nueva unión no puede participar de la Comunión eucarística, porque el matrimonio "es la imagen de la relación entre Cristo y su Iglesia".
En ese aspecto, la Iglesia explica que estas personas, sin un decreto de nulidad para el primer matrimonio, se encuentran en una relación de adulterio que no les permite arrepentirse honestamente, para recibir la absolución de sus pecados y por consiguiente, la Santa Comunión.
Dentro de este marco, para acercarse a los Sacramentos de la Penitencia y a la Eucaristía, deben resolver la irregularidad matrimonial por el Tribunal de los Procesos Matrimoniales.
Al respecto San Juan Pablo II señala que “la Iglesia desea que estas parejas participen de la vida de la Iglesia hasta donde les sea posible (y esta participación en la Misa, adoración Eucarística, devociones y otros serán de gran ayuda espiritual para ellos) mientras trabajan para lograr la completa participación sacramental”.
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