LIMA, 21 Ago. 14 / 12:01 am (ACI ).- Cada 21 de agosto la Iglesia celebra a San Pío X, quien decretó el permiso para que los niños se acerquen a comulgar desde que comprendan quién está en la Hostia Consagrada y animó a los fieles a recibirla todos los días.
Su nombre era José Sarto y nació en Riese, poblado de Venecia, Italia, en 1835. Siendo niño sufre la pérdida de su padre y quiere dejar los estudios para ayudar a su madre, pero ella se lo impidió y continuó estudiando en el seminario gracias a una beca.
Después de ser ordenado, fue nombrado vicepárroco, párroco, canónigo, Obispo de Mantua y Cardenal de Venecia, en los que estuvo nueve años en cada cargo. Bromeando decía que sólo le faltaban nueve años de Papa.
Al morir el Papa León XIII, en 1903, los Cardenales se reunieron en el Cónclave y tenían como favorito al Cardenal Rampolla del Tíndaro, pero declinó ante el veto formal del emperador Francisco José de Austria. Es así que la balanza se inclina por Sarto, quien toma el nombre de Pío X.
Uno de sus primeros actos como pontífice es el recurrir a la constitución “Commissum nobis” con el fin de terminar con el supuesto derecho de cualquier poder civil para interferir en una elección papal.
Más adelante, en 1905, el gobierno francés denuncia el “Concordato” de 1801 y decretó la separación entre Iglesia y Estado. Lo que dio ventaja para que la Santa Sede pueda nombrar directamente a los Obispos franceses, sin la nominación previa de los poderes civiles.
Redactó y aprobó decretos sobre el Sacramento de la Eucaristía, en los que recomendaba y encomiaba la comunión diaria, con la posibilidad de que los niños se acerquen a recibirla desde el momento que entendieran quién está en la Santa Hostia Consagrada. Esto le valió para ser llamado el Papa de la Eucaristía.
Siempre defendió a los débiles y oprimidos como hizo al denunciar los malos tratos a los que eran sometidos los indígenas en las plantaciones de caucho del Perú. Visitaba cada domingo los patios, rinconadas o plazuelas del Vaticano para predicar y explicar el Evangelio del día.
Durante una audiencia pública, un participante le mostró su brazo paralizado y le pidió que se lo cure. El Papa se le acercó sonriente, tocó el brazo y dijo: “Sí, sí”. Y el hombre quedó curado. Sin embargo, siempre fue modesto y sencillo.
Después de haberlo profetizado, en 1914 estalló la primera guerra mundial. “Esta será la última aflicción que me mande el Señor. Con gusto daría mis vida para salvar a mis pobres hijos de esta terrible calamidad”, dijo. Pocos días más tarde sufrió una bronquitis y muere un 20 de agosto.
“Nací pobre, he vivido en la pobreza y quiero morir pobre”, dejó escrito en su testamento.
Fue canonizado por el Papa Pío XII y fue el primer Papa en ser elevado a los altares después de Pío V en 1672.
Etiquetas: Iglesia Católica, Santos, Eucaristía, San Pío X
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