El Prelado explicó que a veces se puede cometer el error de admirar la apariencia externa de la Iglesia, de la jerarquía, o solo los edificios; “pero la Iglesia es una realidad espiritual, es uno de los misterios más profundos de la creación, es el centro del hermoso plan de Dios para el mundo”.
“Este plan -dijo el Arzobispo- es hacer que el mundo se transforme en una sola familia para compartir su amor hasta los confines de la tierra y para hacer de su Iglesia un lugar en el que todos puedan vivir como hermanos y hermanas, como hijos de Dios, como una familia en su Hijo, Jesús”.
Añadió que este plan también implica “proclamar la buena nueva de que Dios es nuestro Padre y para invitar a hombres y mujeres de todas las naciones a ser bautizados y a vivir como hijos de Dios y como hermanos y hermanas en su familia, que es la Iglesia”.
El Arzobispo de Los Ángeles dijo además que “lo que sucede en el altar nos une a Jesús y nos une entre nosotros mismos. El altar nos hace ser una sola Iglesia; nos hace ser la familia de Dios… nos introduce en el misterio del amor de Jesucristo por cada uno de nosotros y en el amor que él le tiene a su Iglesia”.
Indicó que “el altar es mucho más que una mesa colocada al frente del edificio de la iglesia. Fueron manos humanas las que elaboraron el altar. Las manos humanas del sacerdote ofrecen pan y vino en el altar. Pero cada altar consagrado es el altar de Cristo, el altar de su sacrificio”.
Al respecto recordó las palabras de San Pablo que dice que Jesús amó y se entregó por la Iglesia para santificarla. “Todos los días, Jesús viene una vez más a cada altar, a entregarse a sí mismo por su Iglesia, a alimentarnos, a mostrarnos su amor por nosotros y a hacernos santos”.
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— ACI Prensa (@aciprensa) noviembre 18, 2015
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