El principal de sus monasterios, la Gran Laura de San Sabas, llamado así en su honor, se encuentra a unos 16 kilómetros de Jerusalén cerca del Mar Muerto y es uno de los tres monasterios más antiguos que existen en el mundo.
En aquel lugar San Sabas llegó a ser maestro de varios monjes entre los cuales destacan cinco santos: San Juan Damasceno, San Afrodisio, San Teófanes de Nicea, San Cosme de Majuma y San Teodoro de Edesa.
San Sabas nació en Cesárea de Capadocia, hoy Turquía, en el año 439. Fue hijo de un comandante del ejército, quien tuvo que partir a lejanas tierras y lo dejó confiado a un tío.
Cuando tenía ocho años sufrió el desprecio de sus parientes y por tal motivo decidió retirarse a un monasterio. Tras pasar varios años como monje ejemplar en su tierra, decidió partir a Jerusalén para aprender de la santidad con los monjes de ese país.
Se dedicó a una vida llena de oración y penitencia. Trabajaba diez horas al día, hacía canastos y los vendía para poder llevar alimentos a los más ancianos y débiles.
El santo pasó cuatro años seguidos en el desierto sin hablar con nadie. Luego empezaron a llegar monjes a pedirle que los dirigiera hacia la santidad a lo que el santo accedió.
Llegó a tener 150 monjes cerca del Mar Muerto, y cuando tuvo 50 años fue ordenado sacerdote por el Arzobispo de Jerusalén, y nombrado jefe de todos los monjes de Tierra Santa. Con la herencia que le dejaron sus padres construyó dos hospitales.
En tres ocasiones fue enviado a Constantinopla, residencia del emperador, a obtener que este no apoyara a los herejes y que favoreciera a Tierra Santa.
Murió el 5 de diciembre del año 532 a los 94 años de edad.
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